Las claves para entender la dura negociación del Gobierno para no caer otra vez en default

La negociación con el Club de París ingresa en estos días en una zona crítica. El lunes tendrá lugar la última fecha de pago prevista por el acuerdo firmado en 2014 y desde ese momento comenzará una cuenta regresiva de 60 días en los que el Gobierno deberá pulir un consenso con los miembros de ese consorcio de países acreedores y con el Fondo Monetario Internacional para que el incumplimiento de pago de USD 2.400 millones no sea considerado un evento de default.

El Poder Ejecutivo aceleró en las últimas semanas las gestiones ante mandatarios de países clave europeos con peso en el Club de París y en el FMI. Al menos en las palabras, esas naciones apoyaron el camino de renegociación y postergación de pagos que encaró la Casa Rosada, pero el respaldo real se verá en las próximas semanas cuando se defina si existirá o no un guiño del Fondo Monetario que marque el avance de las conversaciones sobre un nuevo programa financiero.

Claves de la negociación con el Club de París

– El escenario más optimista: el Gobierno consigue el apoyo del Club de París y del Fondo Monetario Internacional para reprogramar el pago de los USD 2.400 millones pendientes. De esa manera, despejaría el vencimiento -considerado de manera individual- más alto en lo que resta del año.

Sin la obligación de pagar de inmediato el saldo pendiente ante el Club de París, el Poder Ejecutivo además tendría menor presión sobre las reservas internacionales del Banco Central, ya que no debería destinar ese monto para abonarle al consorcio de acreedores bilaterales.

– Pago sin apoyo: otro escenario es que finalmente no haya algún tipo de comunicación del FMI que actúe como gesto “ordenador” de la renegociación y que el pedido de Martín Guzmán de reprogramar los USD 2.400 millones quede sin sustento político en los países acreedores. En ese caso, una posibilidad sería que para no caer en evento de impago, el Gobierno elija cancelar los USS 2.400 millones con reservas.

En caso de abonar esa suma, las reservas del Banco Central sufrirían un fuerte golpe. Desde uno de los despachos oficiales más importantes del equipo económico consideraban pocas semanas atrás que una exigencia de esa magnitud pondría en una situación “extrema” al colchón de divisas de la entidad monetaria.

Además, no podría esperar hasta agosto para contar con los USD 4.300 millones extra que enviará el FMI al país como parte del reparto de Derechos Especiales de Giro (DEGs) entre sus países miembro.

– El peor escenario: si la Casa Rosada no contara entonces con el apoyo geopolítico suficiente para destrabar la renegociación de los USD 2.400 millones y no quisiera afectar las reservas del Banco Central para evitar presiones cambiarias a poco meses de las elecciones, la única opción que le quedaría al Gobierno sería no pagar el vencimiento previsto con el Club de París.

Un evento de default con un organismo internacional de crédito sería visto como un golpe al proceso de reestructuración de la deuda que comenzó en 2020 con el diálogo con los acreedores privados y que continuó con el inicio formal de las negociaciones con el Fondo Monetario.

Un fracaso en las gestiones con el Club de París, en ese sentido, podría implicar un aumento del riesgo país por una caída de los valores de los bonos argentinos. Un escenario, además, que podría ralentizar el propio acuerdo con el Fondo Monetario en caso de no poder contar con una señal de avance en el camino de la negociación.

– Cómo quedará la letra chica del acuerdo: hay dos posibilidades sobre qué terminarán por decir las cláusulas de los acuerdos firmados por el Estado argentino en 2014 con los distintos países acreedores del Club de París.

En el caso de que el Gobierno no consiga un cambio en las condiciones vigentes del acuerdo rubricado por el entonces ministro de Economía Axel Kicillof, quedará firme una de los artículos centrales que Guzmán intentó discutir con el Club de París: la tasa de interés de 9% anual con la cual se viene actualizando la deuda desde 2019.

Esa tasa evolucionó desde un rango de 3 a 4,5 por ciento anual durante los primeros cinco años del programa con ese consorcio de naciones y ascendió a ese 9% cuando se venció el primer plazo de pago previsto. Por eso el saldo pendiente pasó de ser de USD 1.900 millones a USD 2.400 millones en dos años. El actual jefe del Palacio de Hacienda consideró desde siempre que ese interés era muy alto.

La otra chance es que el Club de París acepte rediscutir cuáles deberían ser las tasas de interés, en línea con lo que espera el Ministerio de Economía.

– Montos retroactivos: más allá de la tas a de actualización, hay una cláusula que podría incrementar mucho más el saldo pendiente de pago de la Argentina al Club de París. Tal como reflejó Infobae, no sólo quedarían impagos USD 2.400 millones de la última cuota sino que además se sumarían intereses y resarcitorios por nada menos que USD 2.000 millones adicionales.

Eso sucede porque, tal como explicó un informe de BTG Pactual, un artículo del acuerdo original prevé que en caso de incumplimiento se aplique esa tasa de 9% pero de forma retroactiva y a todos los años de vigencia del entendimiento, es decir desde 2014. Así, el monto de la deuda se incrementaría en un 83 por ciento.

– Negociación con el FMI: las tratativas con el Fondo Monetario podrían quedar seriamente dañadas -o al menos, ralentizadas- si el Gobierno no consigue un respaldo para postergar el pago de los USD 2.400 millones.

La ventana de 60 días que abre el acuerdo con el Club de París desde el 30 de mayo antes de la fecha de default servirá al Poder Ejecutivo para afinar ese gesto que despeje ese vencimiento. Una de las posibilidades en estudio, aunque aún no está confirmada, es que en esos dos meses haya una visita del staff del FMI.

De esa misión en Buenos Aires podría salir, entonces, un comunicado con una “bendición” de Washington al proceso de renegociación que prepare el terreno para una declaración del Club de París que oficialice el cambio de condiciones hacia la Argentina. Algo similar ya había ocurrido en febrero de 2020, cuando el Fondo consideró “insostenible” la deuda argentina y sentó la base de las discusiones con los acreedores privados.

– Relación con los países europeos: la Argentina fue cosechando en los últimos meses palabras de apoyo de naciones europeas clave para llegar a esta altura del año con posibilidades de evitar el pago al Club de París y al mismo tiempo de que eso no signifique automáticamente un evento de default soberano.

Primero fue Martín Guzmán con una primera gira por la Unión Europea y pocas semanas más adelante con un viaje oficial de Alberto Fernández por España, Portugal, Italia y Francia, que en todos los casos, con mayor o menor efusividad, apoyaron el proceso de renegociación argentino.

El Gobierno llevó a esos foros además la discusión que intenta instalar Guzmán hacia dentro del FMI para que los países más ricos “repartan” los DEGs que les corresponde por el sistema de distribución de acuerdo a la proporción accionaria en el directorio, para que así los países de ingresos medios y bajos tengan condiciones “más equitativas” para afrontar la pandemia.

El último contacto fue con la canciller alemana Ángela Merkel. Más allá de los apoyos formales, dentro del Club de París existe un planteo que fue comunicado a los funcionarios argentinos: ese grupo de países le pide a la Argentina que así como reprograma pagos de préstamos bilaterales con ese club (la mayor parte de la deuda la concentran Alemania y Japón), tenga ese mismo tratamiento con otros países. Sin nombrarlo, aparece China como objeto de ese reclamo.

En caso de abonar esa suma, las reservas del Banco Central sufrirían un fuerte golpe.

– Equilibrio político interno: la negociación de la deuda fue una fuente de tensiones hacia dentro del Frente de Todos desde un primer momento. Más allá del crédito inicial que se ganó Guzmán en el oficialismo por cerrar el canje de deuda con los bonistas en el primer año de gestión casi sin dejar acreedores afuera, las tratativas con el FMI implicaron una densidad política mayor.

El ala del Frente de Todos que responde a la vicepresidenta Cristina Kirchner intentó “marcarle la cancha” al ministro de Economía en distintas ocasiones a lo largo de estos meses de negociación. Primero, con una proclama crítica hacia el Fondo del bloque kirchnerista en el Senado en el que reclamó conocer las “responsabilidades políticas” del préstamo al gobierno de Macri, el más alto en la historia de la institución.

La última de esas señales hacia Guzmán fue a través de una carta firmada por la economista y diputada Fernanda Vallejos, con terminal política en la vicepresidenta y que reclamó -al propio Gobierno que integra- suspender el pago de intereses y de capital a los organismos multilaterales -incluyendo el Club de París- mientras continúe la crisis sanitaria.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí