Se presentaron finalmente las listas de candidatos, con radicales refugiados en todos los partidos, y un oficialismo que se la juega en su primera elección sin Raúl Jalil, Gustavo Saadi y Lucía Corpacci en las boletas.
Dos claves sobresalen de cara a octubre: el primer dilema es si el peronismo provincial podrá mantener su hegemonía en el momento más crítico para el partido a nivel nacional.
La segunda incógnita es ver si los libertarios fueron un amor de verano para el electorado o se consolidan para dar forma a un proyecto con otras aspiraciones para el 2027.
Los demás, muy dispersos, van por un posicionamiento que les permita negociar mejor a futuro, pero sin grandes chances de esperar un triunfo.
Por el lado peronista, hay una apuesta fuerte con el joven Fernando Monguillot, nada menos que cabeza de lista para llegar al Congreso de la Nación, acompañado por la exministra de Salud Claudia Palladino, una figura que creció en la pandemia y está bastante instalada.
El objetivo, claramente, es que entren los dos, y que los demás sectores y alianzas peleen por la banca de la minoría.
Adrián Brizuela, casi un vocero libertario y el político con más presencia mediática del mileísmo, es quien aspira a esa banca, pero tendrá competir con Fernando Navarro, de la UCR tradicional, y Rubén Manzi, que vuelve en una fuerza con más sellos personal que tinte ideológico, precisamente porque quiere juntar votos de distintos sectores.
Floja cosecha para Francisco Monti, que dio la vida por La Libertad Avanza en el Congreso y todo lo que consiguió fue una banca de diputado para volver a la Legislatura local.
Otra perlita es el retorno del caudillo Gustavo Roque Jalile, que tras haber dominado todo Valle Viejo, ahora se tira por una humilde concejalía para empezar el círculo otra vez, con la esperanza de acaparar toda la oposición a Susana Zenteno.
Estará también Javier Galán, que hace sombra a los libertarios orgánicos tras su sonoro alejamiento de hace dos años, en las principales perlas que dejó el cierre de listas. Y vuelve José Jalil Colomé, artífice del éxito de la mano de Milei hace dos años, que luego adoptó un perfil muy bajo.
Ahora comienza el juego, con un oficialismo obligado a poner toda la carne en el asador de la campaña, y una oposición muy dividida, en la que cada uno tiene la ilusión de dar el golpe.