La soberbia de la casta

No conforme con sus privilegios y lujos, gran parte de la clase política hace gala también de un alarmante nivel de soberbia, que no necesariamente se limita a quienes ocupan grandes cargos, sino que también se padece de parte de funcionarios de cuarta categoría, directores subidos al caballo que maltratan a la gente, y se ensañan como siempre con los que más necesitan.

Esto está pasando con los responsables de comedores comunitarios, que desde el año pasado están con serios problemas porque les llega poco o nada de asistencia, y encima tienen que soportar que los tengan de acá para allá como si fueran un trapo de piso.

Pero eso no es todo, también pasan cosas más graves, concretamente amenazas para quien se atreva a abrir la boca.

Desde la Dirección Provincial de Políticas Alimentarias, sin dar respuestas ni ayudas, mientras los responsables suben fotos a sus facebooks de las vacaciones, al que intenta hacer un reclamo o pide ayuda lo sacan de inmediato.

Prácticamente los extorsionan, diciéndoles que aquel que se atreva a salir en la prensa o a hacer públicos los problemas, de inmediato quedará fuera de la lista y no recibirá más nada.

Hablamos de casas de familia humildes con vocación solidaria, que reciben a diario a 100, 200, 300 personas que no tienen qué comer. Para esa gente no hay plata, pero sí hay amenazas y violencia verbal y psicológica constante.

Este Catucho está documentado con grabaciones de llamadas y mensajes de WhatsApp donde quienes luchan al frente de los comedores están siendo amenazados, en actitudes que son lo más bajo que puede hacer un funcionario: maltratar al que necesita ayuda.

Las partidas no están llegando, la gente tiene hambre, y son cientos de familias que si no reciben un aporte solidario no comen nada. Y el Estado les da la espalda, a pesar de que siempre sobra plata para gastos estúpidos e inútiles, para favorecer a empresas amigas, para pagar publicidades o pautas millonarias.

Es una situación que no se puede admitir, o mejor dicho dos situaciones inaceptables. La primera es que no se abastezca a los comedores, la segunda es que se trate a quienes se acercan a las oficinas de la manera que se los trata.

 

La gente se está cansando, y si la situación no se corrige están dispuestos a salir a denunciar públicamente lo que sucede, ya sin importarles los aprietes de los funcionarios. Después de todo, lo mismo no los ayudan con nada. 

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