El descenso de la inflación es una de las principales banderas que sostiene el Gobierno nacional para demostrar el éxito de su plan económico. Sin embargo, ese logro no se refleja todavía en una baja de las tasas de interés activas y pasivas que aplican los bancos. Los créditos siguen caros y los depósitos rinden poco, lo que genera interrogantes en el mercado y en los propios usuarios del sistema financiero.
Según el último informe monetario del Banco Central, en mayo los depósitos a plazo fijo mostraron una caída, especialmente entre las entidades prestadoras de servicios financieros. En contraste, personas humanas y jurídicas comenzaron a recomponer sus tenencias desde mediados de abril. El M3 privado —que incluye el dinero en circulación más los depósitos a la vista y a plazo— creció $2,3 billones en promedio, aunque cayó 1,1% en términos reales desestacionalizados.
Las entidades bancarias mantienen tasas elevadas no sólo para retener ahorristas, sino también para atraer nuevos fondos. Esa política es funcional al objetivo oficial de evitar una presión cambiaria ante una apertura parcial del cepo, como también para sostener la estabilidad monetaria. “Las tasas actúan como ancla contra movimientos en el tipo de cambio y desalientan el financiamiento en pesos, empujando a las empresas a usar sus propias divisas”, explican desde Invecq Consultora.
Desde fines de 2023, el Gobierno inició un proceso de desmonte de tasas reales negativas. De un bache de más de 12 puntos en diciembre, se pasó a tasas reales positivas hacia principios de 2025, aunque entre febrero y abril volvieron a la zona negativa. Recién en mayo, los rendimientos superaron nuevamente a la inflación, beneficiando al ahorrista.
En cuanto al crédito, los préstamos al sector privado continuaron creciendo en mayo ($3,7 billones), aunque a un ritmo más moderado. La expansión fue generalizada, salvo en los documentos comerciales, que cayeron por primera vez en un año. El crédito en relación al PBI alcanzó el 10,6%, el mayor nivel desde principios de 2021, lo que marca una recuperación tras el desplome postpandemia.
Felipe Núñez, asesor del ministro Luis Caputo, sostuvo en la red X que las tasas son altas “porque Argentina es un país descapitalizado y hay un exceso de demanda de crédito para inversión y consumo”. Hasta que no se consolide la remonetización de la economía —vía acumulación de reservas o ingreso genuino de capital—, el costo del dinero seguirá elevado en términos reales.
Un análisis más detallado por segmento revela que:
-
Líneas para empresas, como adelantos en cuenta y descuento de documentos, pasaron de tasas reales negativas en diciembre 2023 a positivas desde octubre del año pasado. Hoy se ubican cerca del 17% anual real, equiparando la inflación interanual.
-
Préstamos prendarios e hipotecarios, a pesar del encarecimiento en términos reales, no dejaron de crecer, lo que sugiere que los tomadores valoran más el acceso al bien que el costo del financiamiento.
-
Créditos personales y tarjetas, los más sensibles al consumo, registraron el salto más brusco de tasas negativas a fuertemente positivas. Sin embargo, no lograron todavía impulsar el gasto en bienes semidurables, debido a la lenta recuperación del poder adquisitivo en sectores medios y bajos.
Federico Furiase, director del BCRA, destacó el impacto positivo de la macro ordenada: “El superávit fiscal, el control monetario y la apertura comercial inteligente no solo bajaron la inflación, también incentivaron competencia y achicaron márgenes. Es una mejora directa para el poder de compra”, escribió en X. Además, subrayó que el crédito en pesos al sector privado se duplicó en porcentaje del PBI.
En definitiva, el alto costo del crédito y el bajo rendimiento de los depósitos responden a un proceso de transición. Con inflación aún elevada, economía frágil y demanda insatisfecha de financiamiento, las tasas seguirán altas.