La guerra de los carteles

Un giro insólito tuvo la campaña política en Catamarca, en medio de la falta de propuestas serias y la apatía de los ciudadanos, la mayoría enterrados en préstamos y deudas, a los que tiene sin cuidado quién se va a sacar la lotería con un par de años con sueldos millonarios en el Congreso o la Legislatura.

A poco más de una semana para ir a las urnas, nuestros brillantes dirigentes llevan días cruzando denuncias y acusaciones por… los carteles callejeros.

Todo un símbolo de lo lejos que están las fuerzas políticas de los problemas, urgencias y preocupaciones de la gente común. Mientras cientos de mujeres hacen cola con sus hijos pequeños para ver si les dan un plato de comida en un comedor, los políticos se pelean por exhibir sus bellos rostros retocados con Photoshop.

La historia empezó en la peatonal Rivadavia, con una extraña filmación de un grupo de muchachos que, acompañados por una camioneta que circulaba a paso de hombre, bajaban los carteles de Flavio Fama y Francisco Monti. Una pavada o algo grave, según se mire.

Lo raro es la filmación, porque no era ninguna cámara oculta ni nada parecido, era un seguimiento tranquilo. Entonces, ¿quién filmó eso? Si bajar los carteles era una maniobra oficialista para “perjudicar” a la oposición, ¿por qué se dejaban filmar despreocupadamente? No se estaban escondiendo ni mucho menos.

¿Fue algo hecho por la propia oposición para victimizarse? ¿Fue algo que hizo el oficialismo creyendo que aplicaban una ordenanza y después se dieron cuenta de que habían metido la pata?

En concreto está mal: es parte de la convivencia que cada uno se promocione, no hay por qué sacar carteles de nadie. Pero tampoco es una tragedia, nadie gana ni pierde elecciones por un par de afiches.

Ahora bien, el tema se puso más espeso en Valle Viejo, donde con gran pompa la municipalidad también retiró los carteles de Fama, esta vez a cara descubierta y para “proteger el medio ambiente”.

La cuestión es que al mismo tiempo ponían sus propios carteles gigantes, y con un detalle: estaban usando grúas y empleados municipales. ¡Glup!

Eso sí fue una metida de pata grande. Después empezaron a dibujarla, diciendo que estaban retirando “cables peligrosos”, con tanta coincidencia que justo lo hacían en el mismo momento y el mismo lugar en que ponían su gigantografía. Y para peor salió a copar la parada el fiscal municipal, que nunca asumió como fiscal.

Entonces las cosas son más graves, porque ya ponen sobre la mesa un tema más delicado: el uso de recursos públicos para las campañas.

Por supuesto que nadie se hace demasiada expectativa con estas denuncias: si algo demuestra la historia es que en estos casos nunca jamás pasa nada. ¿Alguien recuerda algún condenado o preso por hacer campaña con dinero público? No hay. ¿Alguien piensa que jamás se usó dinero público en las campañas? Nadie. Entonces la conclusión es que la justicia no se mete en esos temas, y los partidos tampoco insisten mucho porque entre bomberos nadie se va a pisar la manguera.

Una postal muy triste de Catamarca, pero muy descriptiva. Los políticos gastando millones -¡serán de su bolsillo? Jajajajajaja- en publicidad abusiva y exagerada. ¿Vieron YouTube? ¿Redes sociales, internet? Aflojen muchachos. Están gastando fortunas en dólares por unas primarias de morondanga. Aflojen o páguenlo ustedes.

¿Y si en vez de estrategias publicitarias se les cae alguna idea? ¿Algún proyecto?

Esta elección es una carrera donde todos creen que va a ganar el que ponga más plata. Si vienen los jeques del PSG se hacen gobernadores en Catamarca. Acá no hace falta mucho para llegar.

El Catucho.

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