Alberto Fernández, presidente de la Nación, les exigió la renuncia a siete funcionarios nacionales. En las próximas horas, deberán abandonar sus cargos el ministro de Defensa, Agustín Rossi; la presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz; el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; la secretaria de Articulación en Transporte, Marcela Passo; el secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill; el administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento, Enrique Cresto, y el subsecretario de Políticas de Integración y Formación del Ministerio de Desarrollo Social y coordinador del Movimiento Somos Barrios de Pie, Daniel Menéndez.
Siete cambios de un plumazo son muchos. ¿La razón? Todos se postulan como candidatos.
Fernández se refirió al armado de las listas para las elecciones legislativas y fue muy claro al opinar sobre quienes ocupan cargos ejecutivos. “Todos los candidatos deben renunciar”, dijo, y agregó que se trata de “una regla ética” que desea preservar.
Es lógico, no se puede estar cobrando un sueldo de funcionario para dedicarse a hacer campaña, porque se entra en un límite muy difuso para saber dónde se usan los fondos públicos. Además de que no se puede cumplir correctamente una función cuando se está haciendo trabajo proselitista.
Una cuestión elemental que Fernández define como de mínima ética, aunque parece que en Catamarca no les importa.
El gobernador Raúl Jalil ya avisó que no habrá cambios en el gabinete, a pesar de que tres de sus ministros, Gustavo Aguirre de Seguridad; Claudia Palladino de Salud y Guillermo Andrada de Comunicación, ya se pusieron el traje de candidatos.
Parece que seguirán cobrando el sueldo por hacer campaña para ellos mismos, o que gobernarán un ratito y harán campaña después, o harán campaña y gobernarán en los ratos libres.
No se sabe bien, lo que se sabe es que no es para nada ético, y no lo decimos nosotros, sino el jefe del PJ y presidente de la Nación.