En la noche del viernes 13 de junio, en coincidencia con la festividad de San Antonio de Padua, la Iglesia catamarqueña vivió un acontecimiento de profunda fe y esperanza: la ordenación diaconal del seminarista Carlos Daniel Bazán. La ceremonia fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanč, en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, y concelebrada por numerosos sacerdotes, en el marco del mes del Sagrado Corazón de Jesús y del Año Jubilar.
Carlos Daniel, oriundo del barrio Virgen Niña y miembro de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, fue acompañado por sus padres, hermanos, amigos, religiosas y fieles de distintas comunidades parroquiales. Entre los concelebrantes se destacaron el vicario general, Pbro. Julio Murúa; los rectores de los santuarios Catedral y Gruta, Juan Ramón Cabrera y Santiago Granillo; el responsable de la Pastoral Vocacional, Diego Manzaraz; y sacerdotes visitantes de Tucumán.
Durante la homilía, el obispo expresó: “Esta celebración me llena de alegría y esperanza, pero también de una profunda súplica a Dios por las circunstancias que vivimos”. En un mensaje cargado de espiritualidad, Urbanč destacó que el diaconado es ante todo un servicio, siguiendo el ejemplo de Jesús: “No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida por muchos”.
El prelado animó al joven a abrazar este camino con humildad y entrega, recordándole que “a partir de hoy ya no te perteneces más a vos mismo, sino que te entregás a toda la comunidad”. También agradeció a la familia Bazán por su testimonio de fe y generosidad al ofrecer a uno de sus hijos al servicio de la Iglesia.
Tras la homilía, se llevó a cabo el rito de ordenación, que incluyó el canto de las Letanías, la imposición de manos por parte del obispo, la vestición con la estola diaconal y la dalmática, y la entrega del Libro de los Evangelios. Con gran emoción, Carlos Daniel besó las manos de sus padres como signo de gratitud y luego recibió el abrazo de paz del obispo.
El nuevo diácono ayudó en la preparación del altar y distribuyó la Comunión durante la misa. Al finalizar, se unió al pueblo en oración y canto en honor a la Virgen María, coronando así una jornada profundamente espiritual y conmovedora.