La cobardía del Estado: duro con los débiles y mansito con los ricos

Vecinos humildes de Fiambalá piden la concesión de tierras fiscales que nadie utiliza para intentar pequeños emprendimientos que les permitan buscar una vida digna, pero nadie les da una respuesta. Entonces recurrieron a cortes de ruta para llamar la atención y hacerse oir.

El Estado se alteró al máximo por estas familias, y amenaza con caerles con todo el peso de la ley. Prometieron denunciarlos judicialmente, movilizaron efectivos de Gendarmería Nacional y de la Policía y hacen correr la bola de que se viene un violento desalojo.

En su cinismo, mandar decir que “las personas denunciadas serían además informadas ante los organismos gubernamentales como el Ministerio de la Vivienda y Desarrollo Social para ser desafectadas de cualquier tipo de beneficio”. ¡Los amenazan con sacarles la ayuda de Desarrollo Social! Así de temibles son los enemigos del gobierno catamarqueño.

Después matan al ministro de Desarrollo Social en sus narices y nadie hace nada.

Pero el tema es más grave y más asqueroso. Este Estado prepotente con los débiles y necesitados, es mansito con los verdaderos ladrones y saqueadores, como la empresa Livent, que reconoció cómo roba en Catamarca a tres, cuatro y cien manos, pagando una multa de 5.300 millones.

¡5.300 millones! Y pagan esa multa porque les conviene, porque es un porcentaje chiquitito de lo que ganan y sacan del país con el litio. El litio catamarqueño que el Gobierno prácticamente regala a las multinacionales sin chistar. Ahí el Estado no hace nada.

¿No hace nada por qué recibe su parte de lo que se roba? ¿Por qué son idiotas? No se sabe. Lo que se sabe es que la que denunció fue la Aduana y organismos de control nacional, porque acá tienen los garrotes listos para darle a los fiambalenses, pero para los extranjeros que estafan en millones y millones y millones de dólares hay besos y beneficios.

Es un asco, una vergüenza, un acto de cobardía, de complicidad, de abrazar a los delincuentes de afuera y castigar a los que tienen hambre siendo hijos y dueños de esta tierra.

Que Dios y la Patria se lo demanden. La Justicia no lo hará, porque es de ellos también.

La visión del catucho 

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