La ambivalencia de la honestidad brutal

Cuando en enero de 2017 se filtró la célebre comunicación telefónica del “Oscar, soy yo… Cristina, pelotudo” se hicieron múltiples (y muy diversas) interpretaciones de lo que ese pequeño fragmento de la conversación revelaba sobre la relación entre la emisora, Cristina Fernández, y el receptor, Oscar Parrilli. Mientras algunos lo tomaron como una prueba irrefutable del maltrato con el que la ex presidenta sometió a sus colaboradores otros señalaban que mostraba un trato estrecho, frontal y de amistad. 

Salvando las evidentes diferencias y tomando estrictamente la arista que habilita el paralelismo, la diputada nacional Lucia Corpacci generó una situación similar cuando, días atrás, hizo unas declaraciones (políticamente) llamativas sobre la gestión del gobernador Rául Jalil. Manifestaciones que, como en el episodio citado líneas arriba, dispararon múltiples interpretaciones sobre el sentido y la intencionalidad de lo dicho.

En una entrevista periodística, la legisladora nacional y ex gobernadora fue muy directa al expresar su disidencia sobre algunas políticas y acciones del gobierno de Raul Jali. A petición de los periodistas, devolvió respuestas concisas y sin rodeos de su opinión sobre algunas acciones de gestión del actual mandatario. 

“Nunca llegué a entenderlo muy bien”, señaló sobre el resistido proyecto de traspaso de los IES. “Me llamó la atención la forma en que se hizo (…) Me dolió” dijo sobre la polémica demolición de la Manzana del Turismo. “A mí no me parece una prioridad y menos en estos momentos tan complicados…”, evaluó sobre la reparación del estado. Y otras consideraciones de calibre parecido sobre temas como la reforma del estado y la división interna del oficialismo.

El paradigma dominante en el mundillo político señala que las diferencias internas son sinónimo de debilidad y, como las vergüenzas familiares, es inaceptable hacerlas públicas. En una política acostumbrada a barrer las miserias bajo la alfombra y siempre disimular diferencias con una sonrisa de “acá no pasa nada”, para muchos intérpretes las declaraciones de Corpacci fue como ventilar “los trapitos” o “marcar la cancha”. Entre estos se ubican los que consideran que esas declaraciones de la congresista fueron fuertes críticas al actual mandatario y que evidenciaron distancia políticas entre los principales referentes del oficialismo provincial.

Por el contrario, y aunque parezca imposible, de las mismas declaraciones hay quienes interpretan totalmente lo contrario. Que entre Corpacci y Jalil hay una sólida relación política que permite esos disensos y que no censura que se los manifiesten públicamente. Estos opinantes, principalmente cercanos ideológicamente al oficialismo, abonaron la  de una relación sana, sincera y frontal.

Es verdad que todas las consideraciones y opiniones vertidas por Corpacci en dicha entrevista se hicieron en un tono de total mesura, como suele caracterizar a la ex mandataria. Con recurrentes aclaraciones del respeto al derecho del Gobernador de decidir, aunque no ella no esté de acuerdo. 

Del otro lado, desde que asumió en su función, el gobernador Jalil prácticamente no deja de nombrar y reconocer el trabajo previo de Corpacci y su acompañamiento a su actual gestión, lo que podría interpretarse como un signo de buena relación y unidad. 

Aun así, no se puede negar que las declaraciones de la ex mandataria, azuzada por los entrevistadores, metieron el dedo en varias de las llagas abiertas del Gobierno, generando un respaldo indirecto a quienes se opusieron (o aún se oponen) a dichas medidas. Sin llegar a ser un cuestionamiento a su autoridad, dejaron en evidencia algunas inconsistencias en los proyectos del Ejecutivo, en un momento de efervescencia. Como la sal sobre la herida.

Hay quienes en análisis van más allá del nivel explícito de las declaraciones (que también permite lecturas ambivalentes) y suman a la interpretación cuestiones contextuales, como los movimientos en el gabinete del mandatario. En este sentido, señalan que la salida del ex ministro Gordillo de Educación o el alejamiento de Micone del Ministerio de Minería, (considerado un achicamiento del poder corpaccista en el Gobierno) no pueden ignorarse como un antecedente directo. 

De hecho, la diputada nacional señaló que dentro del oficialismo hay dirigentes y militantes enojados por los pocos espacios y les reconoció la validez de su molestia. “Hay gente que se sintió relegada y que legítimamente está dolida”, señaló Corpacci, blanqueando el malestar que se respira en sectores del oficialismo.

Tampoco se puede dejar de lado del análisis el inminente proceso electoral, que en unos meses pondrá a los espacios internos a competir entre sí, no solo por las candidaturas, sino por el poder dentro del partido/ alianza.

Poniendo el foco en las reacciones, llamó la atención la rapidez con la que los canales de prensa oficialista pusieron a circular una gacetilla titulada “Es momento de que estemos más juntos que nunca”, rescatando todos los pasajes suaves y amistosos de la misma entrevista que ya daba vueltas por todos los medios por sus críticas al Gobierno. Veloz y casi automática, como el acto reflejo para defenderse de un golpe, se ofreció una versión descafeinada y edulcorada de la nota radial, con un título de camaradería.

Días después, según versiones periodísticas, el propio gobernador se reunió con sus principales funcionarios y colaboradores y exigió terminar con las intrigas y no alimentar más las teorías secesionistas. 

Este viernes, según la invitación oficial al acto, Corpacci acompañará al gobernador Jalil en la entrega de viviendas en Valle Chico. Una postal que no se repitió demasiado a lo largo del año. Y que será la primera aparición pública de ambos juntos. No faltarán quienes pongan la lupa en este momento e intentes obtener más pistas para determinar si al gobernador y la diputada provincial los une una relación estrecha y frontal, o las diferencias y discrepancias los alejan.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí