Jalil y un nuevo ministro de Gobierno

Mucho desconcierto se ve en el Gobierno provincial, con cambios y más cambios que muestran que se perdió la brújula, con un desorden del que se quejan los propios involucrados.

El ejemplo más claro es el de Nicolás Rosales Matienzo, que asumió al frente de Gobierno y Justicia el 26 de diciembre y el 26 de abril ya le anunciaron un reemplazante. ¿Qué gestión puede hacer? En cuatro meses la provincia suma tres ministros de un área clave, desde el canadiense Fernando Ávila a Fernando Monguillot. Y es el ministerio político, un símbolo de lo mal que se maneja el área. No se terminan de acomodar en el despacho y ponen a otro.

Lo mismo en Economía, donde se va la ministra diciendo que va a dedicar más tiempo a la familia y a los cuatro días la nombran de vuelta. Por detrás ruedan las cabezas de los ministros de Salud, Seguridad y Educación.

A Rosales Matienzo lo mandan a conducir docentes y escuelas, como si supiera algo del tema. Y ponen en Economía a Juan Marchetti en simultáneo con obra pública. Eso está bien, porque lo mismo de obra pública no hay nada.

Raúl Jalil se muestra desorientado, no sabe si declarar la emergencia o decir que llueven inversiones, no sabe si jurarle amor eterno a Milei o hacerlo investigar, nadie sabe para dónde disparar.

Entonces vuelven a tratar de instalar la reforma de la Constitución para distraer un poco, lo mismo que hacen hace diez años, mientras la justicia chorrea causas y escándalos y nadie tiene respuestas de Bacchiani, las financieras, el crimen de Rojitas o las estafas del Registro de la Propiedad.

Un descontrol total a meses de una elección. Veremos qué dice el gobernador el jueves ante la asamblea, pero este desastre ya empieza a preocupar al propio peronismo.

El catucho