El insólito caso de las trabajadoras de Paclín que sufrieron dos años sin cobrar sus sueldos, muestra una realidad preocupante, que se instaló en muchos municipios catamarqueños, donde los intendentes actúan como reyes o césares que disponen de los fondos públicos y de la vida de los vecinos a su exclusivo y entero antojo.
No sólo usan y manipulan a la gente y a sus familias con el reparto selectivo de puestos de trabajo, planes y beneficios, sino que también se creen con el poder de premiar o castigar a sus “vasallos” según muestren sumisión, obedencia o chupamedismo. Si no lo hacen demuestran su poder como quieren: echan a quien quieren, pagan si se les da la gana, persiguen, discriminan y todo lo que se les cante.
Eduardo Menecier, el chico de la radio que hizo su campaña a caballito del cargo que tenía en el Ministerio de Desarrollo Social, no es el único. Hay decenas de denuncias de abusos y atropellos en otros lugares, como Recreo, como Icaño, como el feudo de Elpidio Guaraz y tantos otros lugares.
Hay intendentes que creen que al sentarse en el sillón de a municipalidad se transforman en propietarios y sheriff del pueblo, y no reconocen límites a la hora de manejar las comunas, porque desde que llegan están desesperados por dejar en claro que son los que mandan y en preparar el terreno para la siguiente elección.
Someten al que se cruce, incluidos los concejos deliberantes, que deberían ser organismos de legislación y control, y en los hechos están dominados y al servicio de los amos que deciden si les dan fondos o no.
Estos mecanismos extorsivos de gobierno municipal son moneda corriente, y además consagran la irresponsabilidad administrativa, porque muchos de estos atropellos tienen con el tiempo enormes costos judiciales, ya que cuando se avanza legalmente los municipios tienen que hacerse cargo de las barbaridades cometidas por los intendentes. A nadie le importa, ¿por qué? Porque no lo pagan ellos. Abogados, juicios perdidos, indemnizaciones y todos los platos rotos los paga el que viene después, y con dinero ajeno, es decir, de la comunidad. Es decir: nuestro dinero.
El gobierno provincial es cómplice por muchas razones. Porque no pone freno, porque no controla, porque el Tribunal de Cuentas y la justicia parecen pintados, y porque cada vez que hace falta desembolsan la plata para tapar baches y goteras sin preguntar nada.
Así, a los intendentes irresponsables todo se les hace muy fácil y además les sale gratis, entonces ni se preocupan cuando sale a la luz algún escándalo. Total…. No pasa nada. Mientras tanto nombran parientes, amigos, funcionarios, y disponen de presupuestos como reyes.
Una vergüenza total, que algún día debería terminar. Pero a la luz de los hechos, queda claro que ese día está muy lejos. Menecier y sus amigos pueden seguir haciendo lo que quieran.