¿Hubo negocios turbios detrás del crimen de Rojitas?

La duda está planteada. El asesinato del ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Rojas, está envuelto en un oscuro manto de dudas, y no se descarta que el móvil del violento homicidio haya estado relacionado con su función.

Rojitas no tenía enemigos personales, no era una persona conflictiva. Llevaba muchos años de desempeño público a través del gremio gastronómico, y era conocido por llevar una vida tranquila.

Todos coinciden en que no había manera de que lo mareara el poder, ya que era un hombre grande, que nunca se había interesado por los lujos ni la ostentación. Llevaba una vida normal, no andaba en nada raro.

¿Por qué entonces aparece muerto? ¿Por qué alguien decidiría atacarlo cobardemente para romperle la cabeza a golpes? No hay respuestas para esas preguntas todavía. La justicia está investigando. Pero las dudas crecen.

Una hipótesis es que haya descubierto negocios turbios en el ministerio. Hasta se dice que ya le habían comunicado que iba a ser separado del cargo. ¿Sabía demasiado? ¿Hubo alguna maniobra en la que no quiso participar?

Son dilemas para tener en cuenta, porque no se trata de simples chismes. Ya lo plantearon públicamente legisladores provinciales. Y sus palabras merecen atención.

El tinogasteño Hugo Ávila lo dijo sin dar vueltas: “El crimen de Juan Carlos Rojas genera muchas dudas, incertidumbres y también miedo”.

Y atención porque lo primero que plantea es cierto: primero se dijo que había fallecido por causas naturales, y luego una segunda autopsia reveló que lo habían matado.

Avila se pregunta “qué se quiso ocultar desde la Justicia” porque “se había determinado una muerte natural por infarto masivo, porque es contradictoria con la segunda autopsia, donde claramente se ve que fue un asesinato”.

“¿Rojas descubrió algo, algún hecho de corrupción? Porque se dice que el Gobernador, tres días antes, le había comunicado que lo iba a separar del cargo. ¿Alguien tenía miedo que Rojas diera a conocer hechos de corrupción que se hayan producido en el ámbito del Ministerio en gestiones anteriores? ¿Estaban vinculados estos hechos de corrupción a algún proveedor del Estado que es familiar directo de gente que está en los más altos niveles del poder? Son muchas las preguntas. Fui víctima de amenazas y un intento de ataque en contra de mi persona en Tinogasta, sé que estas cosas suceden en la política”.

Para el Grillo “acá está en peligro de vida de todos, cualquiera que en política actúe o trate de desenmascarar hechos de corrupción, corre peligro en la provincia” y dejó sugerencias para los fiscales: “que investiguen los patrimonios de los que ocuparon esos cargos, que investiguen en profundidad el listado de proveedores y si alguno tenía vínculos familiares, si Rojas había descubierto que había facturas apócrifas”.

Es grave lo que plantea, pero no es un loco suelto. Lo mismo sugirió, con otras palabras otro diputado, Alfredo Marchioli, para quien el asesinato “deriva en los supuestos de incompetencia, desidia o hasta una posible  connivencia con el crimen” y también pide que se investigue “para determinar causas y responsables de las irregularidades, junto a la vigilancia del proceso para esclarecer un crimen que tiene tinte mafioso, con elementos que indicarían que fue premeditado, perpetrado por dos o más personas; y no continuar sumando incertidumbre y sospechas de complicidad”, ya que “el nivel de corrupción del Gobierno hoy hace dudar que el asesinato del ministro de Desarrollo Social pueda estar vinculado con lo mismo”.

Corrupción, mafia, sospechas, dinero público, favores familiares. Elementos oscuros para una trama que no tiene luz en ninguna parte.

La visión del catucho 

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