La idea de que el oficialismo metió la nariz en la interna opositora a está instalada. Y no es una versión lanzada por un militante cualquiera: lo dijo el presidente de la Unión Cívica Radical, Francisco Monti, quien definió lo que ocurre como un “Caballo de Troya”.
Todos conocen la historia del Caballo de Troya, un regalo que se dejó en la puerta de la infranqueable ciudad-fuerte, y que escondía en su interior un montón de soldados enemigos. Cuando los incautos lo ingresaron, la ciudad entera fue prendida fuego. El regalo había sido un engaño maestro que decidió la guerra.
Monti identificó esa jugada en la persona de Daniel Ríos, a quien creen secretamente respaldado por el Gobierno. Pero no se trata de “Telchi”, sino de una estrategia que involucraría a varios popes de la oposición, inyectándoles recursos para la campaña.
Ahora, ¿por qué el Gobierno ayudaría a su rival, incluso con dinero fresco? Porque no es ayuda. Es para dividir, para decidir, para romper y digitar.
La sospecha es que todo responde a un acuerdo previo, el famoso Pacto de Ipizca, entre el gobernador y el exgobernador Oscar Castillo.
Sería, según suponen muchos correligionarios, una entregada más. Arreglo esto y lo otro para mí, y te doy la elección. ¿Será? Quién sabe. Por lo pronto Oscar llamó a una reunión para discutir el tema de las alianzas y no fue nadie. ¡Ni Monti! Tampoco Manzi, tampoco Cesarini. Parece que al caudillo ya nadie le cree y nadie le quiere hacer caso. Y más vale, si todas las veces que le hicieron caso les fue mal. Bueno, a Oscar le fue bien, a los demás les fue mal.
Las intrigas pasan ahora por resolver el gran dilema: ¿Es “Telchi” la cara de una genuina renovación o es la figurita elegida en el acuerdo? No se sabe, hay desconfianza. Para Monti queda claro que es el Caballo de Troya. Ríos quiere que se lo diga personalmente para aclararle los tantos.
Un clima enrarecido para seguir de cerca, porque ahora hay que definir candidatos y se agota el tiempo, a menos que se vaya a una interna salvadora.
Por cierto… si hay una interna en la oposición, ¿el oficialismo será espectador o protagonista?