La próxima semana se realizará la sesión preparatoria para elegir las nuevas autoridades de la Cámara de Diputados, y son varios los que quieren hacerle el “partido homenaje” y despedida a Cecilia Guerrero para tomar el control de la gran caja del numeroso recinto.
Para entender un poco de qué va la historia, hay que mirar algunos números: este año Diputados manejó más de 2.000 millones de pesos, y para 2022 elevó su presupuesto por encima de los 3.500 millones. Un postre más que sabroso para invitar a los amigos.
Cecilia Guerrero quiere seguir (¡quién no!) al mando del cuerpo, pero no goza de la simpatía de sus pares, quienes tienen muchas facturas guardadas para recordarle antes de levantar la mano para darle dos años más en el paraíso.
Cuando sus colegas de bancada se acercaban a pedirle “favores” y ella los fletaba de a uno, ellos iban anotando en una libreta que ahora tienen bien presente. Fueron muchos nombramientos, expedientes y ayudas rebotadas como para que ahora salgan corriendo a besarle los pies.
Por eso hay varios anotados en la fila para sucederla, por ejemplo Verónica Mercado, que saca pecho porque fue la única que se mantuvo en la trinchera haciéndole la resistencia al kirchnerismo, cuando todos se acomodaban para quedar bien con Mauricio Macri.
Por ejemplo Augusto Barros, uno de los que más conocimiento y espalda legislativa tiene para manejar el parlamento, y que además siempre está cuando hay que meterse en el barro y poner la cara.
Por ejemplo Gustavo Aguirre, que por algo encabezó la lista y tiene la bendición compartida de varios de los altos mandos.
Por ejemplo Ramón Figueroa Castellanos, que siempre es el postergado a la hora de repartir buenos cargos y viene haciendo buena letra desde que se fue del PAMI sin que le toque nunca un premio gordo.
Está dura la pelea, porque son 24 participantes en el baile de la silla, y acá hay una sola desde el principio.
Los teléfonos vienen a full con llamados cruzados para destronar a la jefa, que según los rumores tendría el visto bueno de Lucía Corpacci para seguir con la lapicera en la mano. Pero en las horas que faltan puede haber alguna sorpresa.