El exministro Gustavo Aguirre defendió la designación del exministro Jorge Moreno, resaltando su brillantez y capacidad, con lo cual sólo falta que algún exministro sea el vocero de la oposición para cantar cartón lleno.
En el gobierno con más ministros de la historia mundial, ya exministros acaparan todos los cargos, están en la Corte de Justicia, en el Tribunal de Cuentas, en el Congreso de la Nación y obviamente también en la Legislatura: sólo si a Jalil lo votan sus exministros ya se asegura el 40 por ciento del electorado el año que viene.
Se comenta incluso que están trabajando en un proyecto separatista, para formar una provincia donde toda la población sean exministros: un plan de depuración y embellecimiento de la sociedad muy interesante.
Al pobre Aguirre, que encabezó la lista de candidatos pero fue a su banca cuando se le dio la gana, porque así son las cosas cuando se es dueño de todo, lo mandan ahora a defender lo indefendible.
Claro, es que esa era la tarea de Murúa, que era el contestador del oficialismo, pero ahora Murúa también es ministro, y bastantes líos tiene con el precio del litio como para salir a defender a Moreno.
Bueno, Aguirre hizo la tarea y se calzó el yelmo y la coraza para salir a reivindicar la transparencia del gobierno… ¡la transparencia! Por Dios, si se enferma el Bomba Contreras (Dios no permita) ya tiene reemplazo para la noche de humor en el Poncho.
“Jorge Moreno, como presidente va a ejercer la representación institucional del TC ante otras poderes y autoridades, conducir la administración de un organismo que se rige por el principio de legalidad, que no tiene habilitación legal para ejercer actos discrecionales en su competencia de control y fiscalización de las cuentas pública del Estado y los funcionarios e integra un tribunal colegiado que dicta sentencias por mayoría de votos”, explicaba Aguirre cuando ya todos se habían ido.
Y quedó solo en la vereda gritando “somos transparentes, somos transparentes, esto es división de poderes”.