Fuerte apoyo a Ricardo

Mientras todos huyen de la foto con Alberto, quien a estas horas es tan piantavotos que tuvo que bajar su propia candidatura, a Raúl Jalil no le quedó otra que recibirlo en su enésima visita a Catamarca, porque es el gobernador y tenía que estar ahí en el acto. Pero cuando las cosas vienen cruzadas no hay nada que hacerle, y Alberto se fue a equivocar justo cuando quería darle una manito al gobernador catamarqueño que va por su reelección.

En tono tierno e intimista, Alberto quería describir su profunda amistad con el mandatario local, y ahí nomás empezó a pedir que acompañen a “Ricardo”, y nadie dijo nada pero siguió llamándolo “Ricardo”, hasta que el propio Jalil se hartó y lo corrigió: “No soy Ricardo, soy Raúl”.

¡Pucha qué mala suerte! Porque al pifiarle el nombre todo lo que decía de la amistad que tenían sonó a verso… ¿qué tan amigos son si no sabe ni cómo se llama? Alberto redobló su apuesta con una extraña e incomprobable anécdota, al señalar que, en sus últimas horas de vida, la señora madre del gobernador le aconsejó a Raúl: “Si tenés problemas pedile ayuda Alberto”, consejo por el cual el presidente consideró que la madre de Jalil “era sabia”.

Así de insólita fue esta visita de Alberto, que hasta tuvo lo que nunca había tenido una visita presidencial: incidentes y represión. El pobre Alberto, que es una especie de embajador cultural, porque lo vaciaron de todo poder y anda con su presidencia sin poder decidir nada, sin candidatearse, sin poder impulsar un candidato, sin nada…

Los peronistas se jactaban de que Macri era el único presidente que había perdido al buscar su primera reelección, pero Alberto lo superó: ni siquiera pudo postularse.

Queda de todas formas el beneficio de la duda para Fernández, quien fracasó en parte por impericia propia, y en parte porque la banda K le hizo la vida imposible desde que asumió, con Cristina tirándole desde dardos a misiles a pesar de que ella lo había elegido. Porque si algo hace bien Cristina es culpar a otros: Julio Cobos era malo (pero lo puso ella), Martín Lousteau era malo (pero lo puso ella), José López era malo (pero lo puso ella), Alberto es malo (pero lo puso ella).

Ahora se ocuparon de hundirse todos juntos, y tampoco Cristina pudo ser candidata. Es más, se dice que ya se resignó a entregar la Casa Rosada (y no precisamente a Sergio Massa), y lo único que quiere es juntar muchos legisladores de su palo para protegerse en el Congreso.

En fin, así pasó Alberto por Catamarca. Triste, solitario y final, dándole una manito a Ricardo.

La visión del catucho 

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