Financistas, se buscan

Hay un gran problema, muy grande, en la oposición catamarqueña. Las elecciones se vienen encima y no hay nadie con ganas de meter la mano en el bolsillo para hacerse cargo de la campaña.

Todo un tema. Porque hay peleas internas, rencores, mucha desorientación ideológica, falta de discurso, indefinición de candidatos, falta de figuras, pero todo eso se soluciona. Se resuelve sobre la hora o se disimula. El drama es que no hay con qué hacer frente a un Gobierno gordito y rozagante, con bolsillos llenos y ahorros en el banco.

El oficialismo sabe que tiene varias goteras en el techo y que le pueden pegar por varios costados, pero está confiado porque no ve ninguna amenaza en el horizonte. Siente que hoy puede asegurarse un triunfo tranquilo con una campaña gasolera, repartiendo un poco entre dirigentes, un poco a los medios amigos, y todo bajo control.

Si por alguna razón la cosa se llega a complicar, abren los grifos (de billetes) y apagan el incendio. Así están las cosas, hoy por hoy en el Gobierno interesa más acomodar el esquema interno para que nadie se enoje demasiado por la distribución de nombres en las listas, que lo que puedan hacer los vecinos de enfrente.

Lo curioso es que en la oposición piensan lo mismo. Falta fe, falta confianza. Se ven hoy más débiles que en 2019, cuando al menos tenían un Mauricio Macri en Casa Rosada y algunos contactos que atendían el teléfono.

Ahora no hay a quién llamar. Se huele una participación para cumplir con el compromiso, donde se van a sacar los ojos por los puestos de las listas que aseguren un lugar, pero no hay nafta para dar un batacazo.

La UCR local se amparó en 2015 bajo el ala de Cambiemos, y cuando Cambiemos se autodestruyó quedó a la intemperie. Claro que a nivel nacional van a dar pelea, pero están en otra. Piensan en Córdoba, en Capital Federal, en Buenos Aires. Para colmo son una bolsa de gatos, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich, Mauricio Macri, los radicales, los de Lilita Carrió, todos se empujan para ver quién manda.

De todos, el único que tiene una caja real es Horacio Rodríguez Larreta, que se le retobó a Macri y va con todo para postularse a presidente en 2023. Por eso necesita mirar más allá de la General Paz y es el que puede tirar algún salvavidas.

Allá fueron Oscar Castillo, Francisco Monti y Enrique Cesarini a buscar auxilio. Y a prometer apoyo, claro, que por amor nadie consigue nada en política.

¿Qué ofrecieron? Cartas ganadoras no, votos seguros tampoco. Ofrecieron “aunar esfuerzos en pos de construir en Catamarca una alianza electoral amplia y competitiva con vocación de ejercer genuinamente la oposición en el ámbito provincial”. Pucha qué apuesta seductora.

Ya no hay vocación de gobernar, sino de ejercer genuinamente la oposición. Diez años perdiendo elecciones y ese es el triste horizonte que miran. No es lo que puede llamarse una meta ambiciosa.

Pero sí es bastante realista, porque no hay plata para más, y nada indica que vaya a aparecer a semanas de definir candidatos. No hay plata para grandes campañas, no hay plata para hacer ruido ni para asustar al Gobierno. Eso es peligroso porque más de un pícaro está dispuesto a arreglar con la contra para cuidar su quintita personal y salvarse del naufragio.

Oscar en principio se bajó, y muchos recuerdan que la última vez que se bajó fue porque perdía. Aunque ahora no fueron las encuestas las que lo convencieron, sino una charla allá por Ipizca, donde acomodó sus fichas para lo que se venía. Un adelantado, que posiblemente arrastre al resto con su decisión: en las listas o fuera de las listas, es el que manda.

El Catucho.

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