Final a la catamarqueña para la tragedia de El Rodeo

La noche del 23 de enero de 2014, Catamarca sufrió un alud que terminó con 12 vidas en la villa veraniega de El Rodeo, entre ellas la de Ana Carolina Sal de 23 años, cuyo cuerpo jamás fue encontrado.

Esa noche espantosa se apagó la vida de Agostina Ahumada (5), su hermana Daiana Ahumada (7), Candelaria Díaz Mendibe (7), Darío Álvarez (14), Emiliano Álvarez (26), Romina Silva de Ahumada (30), María Mendibe de Díaz (39), Graciela Contreras de Álvarez (51 años), Adrián Libio Álvarez (54), María Luisa Castiglione (56), Dora de Castiglione (78) y la mencionada Ana Carolina Sal.

Desde el inicio de las investigaciones para determinar las responsabilidades de esta tragedia se imputó a 13 personas, entre los que se destacaban el ex gobernador Eduardo Brizuela del Moral, quien inauguró el cuestionado puente en 2010, el ex vicegobernador Jorge Solá Jais, quien por entonces estaba al frente de Vialidad Provincial, Juan Negui, Secretario de Recursos Hídricos al momento de la tragedia y, Félix Casas Doering, y Alfredo Saavedra, entre otros.

La tragedia tuvo un origen natural, que fue el alud, pero de inmediato surgieron cuestionamientos para determinar responsables, por ejemplo, por la falla o ausencia del sistema de alarmas tempranas, porque había gente en lugares peligrosos sin que nadie controlara, y sobre todo por un puente mal ubicado y diseñado, que desvió el agua y provocó la mayor cantidad de muertos.

Las familias de las víctimas, casi todos ellos sobrevivientes a esa noche trágica, apoyadas en informes y peritajes técnicos, señalaron a la construcción e inauguración del puente sobre el Río Ambato como responsable de lo sucedido.

Agustín Sal, papá de Carolina, señalaba que “los informes del Instituto Nacional del Agua y la Universidad de Córdoba desaconsejaban la construcción del puente en el Río Ambato y aun así se lo hizo igual”.

El pobre Agustín murió en plena pandemia del COVID y nunca encontró el cuerpo de su hija. Tampoco justicia.

Porque la causa se resolvió a la catamarqueña. No pasó nada, nadie fue preso, la causa se archiva y todo queda en el olvido, sepultado por otro alud: el de la injusticia, el desinterés, la desidia y la protección política.

Hubiera sido importante que se haga un juicio como pedías los deudos de las víctimas. Que se demostrara si tenían responsabilidad o no. Que dieran sus explicaciones, que rindieran cuentas. Pero nada de eso pasó, porque cada vez que en Catamarca hay alguien del poder involucrado, la justicia se pone en piloto automático, deja que pase el tiempo y que el olvido llegue. No importa cuántos años pasen: nadie va a hacer nada.

Sucedió una vez más, con la mayor tragedia natural de la historia de Catamarca. Podría haber actuado la justicia, pero no lo hizo. La impunidad goza de buena salud en esta provincia.

El catucho 

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