Emanuel David Ginóbili cumple 43 años. Lejos de las canchas tras su retiro en la antesala de la temporada 2018-19, por estos días, la leyenda del deporte argentino utiliza el reconocimiento mundial que se ganó a lo largo de su carrera, con fines solidarios.
Mientras el planeta vive al ritmo que impone la pandemia de coronavirus (COVID-19), el oriundo de Bahía Blanca participó de varias iniciativas que recaudaron fondos para ser invertidos en la lucha contra la enfermedad.
Además, encabeza la campaña #SeamosUno, que reparte cajas con alimentos y productos de higiene a personas en situación vulnerable ante la crisis generada por la pandemia y los efectos de la cuarentena.
Jugó 16 temporadas en la NBA, consiguió cuatro anillos de campeón y el legado en San Antonio Spurs fue tal, que desde marzo de 2019, su camiseta cuelga en lo más alto del AT&T Center que se convirtió en su casa. Ya nadie más podrá usar la N°20.
Y con la Selección Argentina, alcanzó la gloria toda. Se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y la de bronce en Beijing 2008, cita en la que fue abanderado de la delegación nacional. Además, fue subcampeón del mundo en el Mundial de Indianápolis 2002, torneo donde sacudió al mundo del básquetbol al vencer por primera vez a un Estados Unidos formado por 12 jugadores de la NBA (dos años más tarde repitió el triunfo en las semifinales de Atenas).
Al margen de las estadísticas, Ginóbili logró lo que muy pocos pueden: traspasó las barreras del básquetbol y se convirtió en héroe de aquellos que, quizás, jamás vieron picar una pelota naranja. El nombre del bahiense es sinónimo de inspiración y, sin dudas, figura entre los más importantes de nuestra historia deportiva junto a Diego Maradona, Lionel Messi, Juan Manuel Fangio, Guillermo Vilas, por citar algunos ejemplos.