El asesinato de cuatro estudiantes de la Universidad de Idaho, encontrados sin vida el pasado 13 de noviembre en ese estado del noroeste de EE.UU., sigue siendo una incógnita para las autoridades.
Los cuatro estudiantes -Xana Kernodle y Ethan Chapin, ambos de 20 años, y Kaylee Goncalves y Madison Mogen, de 21 años- fueron encontrados muertos en una casa fuera del campus en la ciudad de Moscú (Idaho) hacia el mediodía del domingo 13 de noviembre, después de que la policía recibiera una llamada al 911 sobre una persona inconsciente.
Las víctimas habían sido apuñaladas varias veces y algunas tenían heridas defensivas.
Se cree que los cuatro estudiantes regresaron a su casa sin incidentes hacia las 02:00 am. Otras dos personas -que sobrevivieron al ataque- llegaron aproximadamente una hora antes.
En un comunicado, la policía aseguró que los dos sobrevivientes habían llamado a sus amigos para que fueran a la casa “porque creían que una de las víctimas encontrada en el segundo piso se había desmayado y no se despertaba”. Los investigadores no creen que estén implicados en los asesinatos.
Los detalles de lo que ocurrió en la casa en las primeras horas de ese día siguen siendo escasos, aunque la policía ha señalado que no había signos de entrada forzada ni de daños en la propiedad.
El arma homicida, que se cree que es un cuchillo de hoja fija, no se ha recuperado. En los primeros días de la investigación, se contactó con comercios de la zona para ver si se habían vendido recientemente cuchillos similares.
El ambiente en una ciudad como Moscú -con apenas 25.000 habitantes y que llevaba cinco años sin registrar un asesinato- es tenso.
“Los detectives no saben por el momento si la residencia o alguno de sus ocupantes eran objetivos específicos, pero siguen investigando”, señala el comunicado del 30 de noviembre.