Estados Unidos bombardeó centros nucleares clave de Irán y escaló su rol en el conflicto regional

Estados Unidos ingresó formalmente al conflicto entre Israel e Irán tras bombardear tres instalaciones nucleares iraníes en una operación que, según confirmó el expresidente Donald Trump, buscó “desmantelar la capacidad atómica” del régimen persa. Las instalaciones atacadas fueron Fordow, Natanz e Isfahan, puntos neurálgicos del programa de enriquecimiento de uranio.

“Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán (…) Se ha lanzado una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow”, anunció Trump en su red Truth Social. Más tarde, en un discurso desde la Casa Blanca, afirmó que las instalaciones habían sido completamente destruidas y advirtió: “Si no hacen la paz, los próximos ataques serán mucho mayores y más fáciles”.

La prensa iraní reconoció daños en el sitio de Fordow, ubicado en las montañas cerca de Qom, tras reportar que se activaron las defensas aéreas ante “objetivos hostiles”. Aunque el alcance total de la destrucción aún no fue confirmado, expertos afirman que estos tres complejos forman la columna vertebral del desarrollo nuclear iraní, y que un daño severo podría retrasar años el avance hacia una posible bomba atómica.

Según analistas, Fordow es considerado el centro más protegido del programa nuclear, excavado bajo una montaña para resistir bombardeos convencionales. En 2023, el OIEA detectó allí rastros de uranio enriquecido al 83,7%, peligrosamente cerca del 90% necesario para fines armamentísticos. Natanz, al sureste de Teherán, es el principal centro de centrifugación y ha sufrido múltiples ataques previos. Finalmente, Isfahan aloja el centro de conversión de uranio, crucial para transformar el material en gas apto para enriquecer.

Trump justificó la ofensiva al asegurar que la amenaza era persistente: “Durante 40 años Irán ha dicho ‘muerte a Estados Unidos, muerte a Israel’. Han estado matando a nuestra gente con bombas en las rutas”. Además, reveló que todos los aviones involucrados en el ataque regresaron sanos y salvos.

Según trascendidos, el gobierno de Benjamin Netanyahu había estado presionando a Washington para asistir en los ataques a objetivos nucleares. Aunque Trump había indicado que se tomaría hasta dos semanas para decidir una postura, el despliegue reciente de bombarderos B-2 hacia Guam —con capacidad para transportar la poderosa bomba GBU-57— anticipó lo que se materializó este fin de semana.

En paralelo, desde Teherán llegaron amenazas inmediatas. El viceministro de Asuntos Exteriores, Saeed Khatibzadeh, advirtió: “La participación de Estados Unidos desatará un infierno en toda la región. Esta no es su guerra. Si Trump decide intervenir, será recordado como el presidente que entró donde no debía”.

El ataque estadounidense ocurre en un momento crítico, luego de semanas de tensión creciente. Según analistas, las instalaciones destruidas son fundamentales para el ciclo completo de enriquecimiento nuclear. La interdependencia entre Fordow, Natanz e Isfahan es lo que convierte a este golpe en una maniobra estratégica: sin una, el proceso entero se ralentiza.

Al finalizar su discurso, Trump declaró: “Este es un momento histórico para Estados Unidos, Israel y el mundo. Irán debe ahora aceptar poner fin a esta guerra”.

Escenario en Israel: tensión máxima y alerta total

Mientras en Washington se celebraba el éxito militar, en Jerusalén reinaba el silencio. Con el temor latente de una represalia inmediata, las calles turísticas se vaciaron y se ordenó la cercanía a los refugios. Un shopping cercano al Muro de los Lamentos amaneció con todos los negocios cerrados, mientras agentes de civil patrullaban discretamente.

Pocos minutos antes del amanecer, el cielo despejado fue atravesado por misiles iraníes dirigidos hacia territorio israelí. La Cúpula de Hierro entró en acción, interceptando algunos proyectiles. En apenas diez minutos, 30 misiles balísticos impactaron en distintas zonas, mientras las sirenas sonaban y el miedo se apoderaba de las calles.

La decisión de Estados Unidos reconfigura el mapa geopolítico del conflicto y marca un punto de no retorno. Las próximas horas serán clave para determinar si este bombardeo abre un camino hacia una posible negociación de alto el fuego, o si desencadena una nueva fase en la guerra de mayor escala que amenaza con extenderse por toda la región.