¿En qué quedamos?

nombramiento en educación

Desde comienzos de año, y especialmente después de que estalló el problema de la pandemia del coronavirus, el Gobierno bajó un mensaje claro sobre las incorporaciones al Estado.

Se anunció así que no habría más nombramientos en ninguno de los tres poderes, con excepciones sólo en Salud y Seguridad, una medida discutida pero que parecía coherente.

Por un lado, la crisis económica desatada por la emergencia sanitaria, y por otro los graves problemas que arrastra desde hace años por la sobredimensión de su planta estatal, hacían presumir que la idea de ponerle en un coto a los nombramientos era acertada.

Esos anuncios llegaron de la mano del proyecto de reforma del Estado, y nadie los discutió demasiado. De hecho se polemizó sobre otros puntos, pero nadie en su sano juicio podía reclamar que el Estado siguiera sumando gente, porque ya todos conocemos la real situación del empleo público en la provincia.

Pero hubo un anuncio más en el primer semestre de este convulsionado 2020, y fue la intención de terminar con el nepotismo, esto es, el acomodamiento de familiares y amigos para que cobren sueldos estatales, una práctica que se hizo irresistible para todos los gobiernos provinciales, de todos los partidos y de todas las épocas.

A propósito del empleo público, se dio a conocer la idea de conformar un Comité de Ingreso al Estado Provincial con un régimen único para acceder a planta permanente en los tres poderes del Estado. Se habló de establecer concursos de oposición de antecedentes, aclarando que es para los cargos que requieran de concurso y respetando la reglamentación que dicte el Comité.
En ese capítulo sobre el ingreso al Estado se mencionó el nepotismo. Porque se señaló un artículo especial para establecer que los funcionarios públicos de todos los poderes del Estado que puedan nombrar y contratar personal (ya sea permanente o provisorio) en la Administración Pública tendrán prohibido designar personas con las que tengan algún vínculo de parentesco.

Se aclaraba incluso que, para el caso, se consideraba tanto la línea recta de parentesco como la línea colateral hasta el segundo grado. Y se especificó que también está incluida la relación de cónyuge y la unión convivencial. La única excepción se contempló para los casos en que existan procesos de selección competitivos: por ejemplo, si el pariente de Fulano participa de un concurso y lo gana, no importa que sea pariente.

Hasta ahí todo claro. Y lo más claro era el párrafo que decía: “Suspéndase en los organismos, entidades y poderes, por el plazo de tres años, la designación y/o contratación de personal”. 

En otras palabras, se prohibía superar los cargos de planta permanente y no permanente efectivamente ocupados hasta la actualidad. Lo que equivale a decir: basta muchachos, no da para más.

Pero parece que no todos escucharon al Gobernador, porque trascendió que el 23 de julio de este año, el ministro de Educación, Francisco Gordillo, se mandó un lindo nombramiento, publicado ya en el Boletín Oficial.

Gordillo nombró como supervisor, índice 1,00, al señor Fabricio Nicolás Gordillo.

Gordillo nombró a un Gordillo, y los gremios docentes juran que es su propio hijo. Si es así, mató dos pájaros de un tiro: actuó contra la idea de frenar los nombramientos y contra la idea de terminar con el nepotismo.

A ver si aclaran el tema, porque si esto es real no se sabe a qué estamos jugando.

La Visión del Catucho

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