Un verdadero escándalo germina en la Universidad Nacional de Catamarca, ya que la vida interna de la casa de altos estudios se encuentra en el umbral de un proceso electoral interno, que a la luz de los hechos no es ajeno a la mugre de cualquier otra contienda política.
Cuesta asimilar que las miserias propias de las disputas de poder en el ámbito partidario, se reflejen también en un ámbito donde supuestamente todo el electorado es altamente calificado. El recinto académico que tiene más de medio siglo, y debería ser bastión de la democracia, parece haberse infectado también de las artimañanas más repudiables.
Así ocurre por ejemplo en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, que debe definir a su próximo decano, quien automáticamente quedará posicionado como aspirante al rectorado que hoy ostenta Oscar Arellano.
Las aspiraciones y ambiciones pueden ser legítimas, pero siempre y cuando se respeten las reglas del juego, algo que aparentemente no está ocurriendo aquí.
El problema es que, para asegurarse de que voten sólo los más cercanos y reducir riesgos, se estaría impidiendo la participación de muchos potenciales votantes.
Esto es porque la UNCA contempla la posibilidad de que los graduados de cada facultad participen en los comicios, pero para ellos deben previamente inscribirse en un registro especial.
Y como una picardía casi grosera, no les habilitan ese registro.
Ya hubo quejas, petitorios y solicitudes formales ante el decano Fredy Lazarte para que la situación se regularice, pero nada ha cambiado hasta el momento. Si el panorama no cambia, la cuestión se llevaría a la Justicia, y sería todo un papelón que la “cuna de la democracia” sea incapaz de llevar adelante una elección interna sin respetar las mínimas y más elementales reglas.
Para decirlo sin rodeos, muchos denuncian que se está escondiendo el padrón y que se busca que mucha gente no pueda votar. El famoso registro no se exhibe ni se abre, una maniobra con la que se quiere dejar a mucha gente afuera.
Los plazos establecidos se achican, y todo se calienta como una olla a presión.
Parece que todo vale en la pelea por el poder, y no debería ser así, menos en el lugar que forma a los profesionales catamarqueños.