Elecciones: ¿en Catamarca ya está todo cocinado?

A cinco semanas de la elección legislativa “concurrente” (se elegirán candidatos provinciales y nacionales), la tensión política, expectativa e incertidumbre en Catamarca es más o menos de cero grados.

No hay caminatas de candidatos, no hay afiches, no hay discusiones, no hay nada. El oficialismo apura un poco el tranco, con actos e inauguraciones diarias para mostrarse, pero nada más.

Lo más alocado que hacen los candidatos es ir a una radio o subir alguna huevada a redes sociales. Casi nadie se mueve. No se ve ningún choque de potencias, ninguna amenaza política a la vista, nadie que asome como posible batacazo, está todo dormido.

No hay actos, sólo algún titular diciendo siempre lo mismo, con discursos ajenos, sin que al ciudadano promedio le importe un pomo de nada.

Durante dos años la oposición habló de reeditar el Frente Cívico y Social con una gran unión opositora para hacerle frente al peronismo, y al final no sólo no van juntos, sino que cada partido se partió en tres.

Todos repartidos en listas que en muchos casos son rejuntes con media hora de historia, donde los que en las últimas elecciones eran aliados ahora se enfrentan, y los que se enfrentaban van juntos, sin darse cuenta de que con tantas piruetas pierden credibilidad todos.

Y en ese reacomodamiento opositor, caras que se repiten y se repiten, siempre con candidatos que traen dos mil derrotas sobre el lomo, que no ganaron nunca nada.

Se rumorea que está tan flaca la oposición que el mismo oficialismo está ayudando a los candidatos de la contra a hacer algo de campaña para disimular. Les estarían dando cariño y hasta algún billetín para los gastos, para que parezca que hay una elección.

A los opositores no se les cae una idea, no tienen un proyecto, no tienen ni siquiera un discurso malo. No tienen entusiasmo, porque nadie se imagina que exista la posibilidad de ganar.

Entonces la gran esperanza es entrar como minoría de algo y poder pasar cuatro años con un buen sueldo. Proyecto de provincia no existe.

El radicalismo que venía agonizando y apostó a resucitar con Macri, quedó más raquítico de lo que estaba, dividido y seco. El PRO desapareció en todo el país, calculen acá que nunca juntó más de 15 votos. El partido de Carrió tiene a su máximo referente en fórmula con el último candidato a gobernador libertario. Patético todo.

Y claro, en ese escenario el gobierno hace la plancha. Tiene una pantomima de oposición. Lo más osado que inventaron es poner un cartel que diga “Jalilandia” y sacarse fotos en edificios públicos. Mamita, tiemblan las estructuras de Occidente: declarándose peronista, Barrionuevo le hacía más fuerza al gobierno. Ahora ni él está para molestar un poco.

Y el gobierno lo disfruta. Ahora juega a que enfrenta a Milei después de haberle votado dos mil leyes y proyectos. Parece que con 15 minutos de no tirarle besos alcanza.

Esta elección es una carrera donde van todos caminando relajados. Nadie habla de Bacchiani, de Rojitas. Un poco de chequera y lapicera y quedan todos amansados, los de afuera y los de adentro, que también los había. Ahora son todos jalilistas en el peronismo, todos fingen demencia y todos están conformes con lo que les toca.

No hay política en Catamarca. Hay cajeros automáticos y sobran para controlar todo.

Es Argentina, y cualquier cosa puede pasar. Pero a cinco semanas, esta película tiene menos suspenso que una comedia musical.

El catucho