El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apareció al rescate de Javier Milei, en una medida que viene a cambiar el tablero político local, donde la oposición apostaba al derrumbe económico para darle un golpe decisivo a los libertarios, en crisis por internas, denuncias y una caída en Buenos Aires que los dejó tambaleantes.
Ahora, con plata fresca que llegará desde Norteamérica, los libertarios podrán maquillar sus heridas y mostrarse fuertes para el 26 de octubre, consiguiendo aire y tiempo para reacomodarse después de los cimbronazos.
La ayuda es buena para el Gobierno, pero no tanto para Argentina. Porque significa que el plan económico no está funcionando, y Trump aparece como salvador en un momento crítico, en el que Argentina ya no tenía a quién recurrir por más préstamos.
Para algunos, entre ellos el Gobierno, la protección de Trump es garantía de supervivencia: es el grandote del barrio que te defiende, y entonces asegura que nadie te va a hacer nada. El amigo poderoso que está de tu lado.
Para otros, es un problemón, porque el país queda bajo la bota norteamericana y el Norte puede ahora poner las condiciones que quiera. Argentina obedece o le sueltan la mano. Y obedecer es darle lo que pida. Lo sabe el ucraniano Zelensky, que hace poco pasó de protegido a ridiculizado por el mismo Trump.
Pero todo eso se va a ver más adelante. A un mes de las elecciones, La Libertad Avanza confía en que este acuerdo le infla el pecho para conseguir respaldo en las urnas y encaminarse.
La ayuda llegó desde afuera, y el resultado de las elecciones también se seguirá con atención desde afuera.
Si Milei gana, hará lo que le pidan y tendrá aire por bastante tiempo. Si le va mal, los dólares que reciba pueden ser una trampa, como le pasó a Macri: le pueden soltar la mano como lo hicieron con Macri en 2018. Porque los que prestan necesitan asegurarse de que van a cobrar, y si Milei da señales de que puede caer dejará de recibir cariño.
El catucho