Si se revisan las primeras sesiones del Senado de este año y se observa la situación que se avecina para la semana próxima, cuando termine el período ordinario el 30 de noviembre, es evidente que el Gobierno ha elegido un enfoque particular para manejar su relación con el Congreso: el caos. Esta estrategia, que la Casa Rosada ejecuta con precisión, ha generado incertidumbre entre muchos legisladores, quienes, atrapados en este conflicto, se preparan para los desafíos legislativos de los próximos días con creciente preocupación.
El caos también explica el último foco de tensión entre Javier Milei y la vicepresidenta y presidenta del Senado, Victoria Villarruel. El presidente decidió, con una aparente dosis de cálculo, enfrentar a Villarruel justo antes de una semana crucial para el oficialismo en el Congreso. Un experimentado asesor peronista reflexionó: “Milei logró hacer tres goles a lo Maradona con la brecha cambiaria, la inflación y el riesgo país, y ahora, con visitas internacionales de peso como la premier italiana Giorgia Meloni y el presidente francés Emmanuel Macron, ¿decide confrontar a Villarruel antes de la última semana de sesiones ordinarias? Eso confirma que juegan a otro juego”.
El objetivo detrás de este enfrentamiento parece claro: dinamitar a los fundadores de La Libertad Avanza, incluidos Villarruel y Milei. En marzo pasado, el Senado rechazó el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70, que desregula la economía. Para el Gobierno, la culpa recayó sobre la vicepresidenta, quien extendió el debate durante semanas, retrasando una votación que ya se preveía como perdida. La Casa Rosada ha optado por atribuir las derrotas en el Senado a Villarruel, mientras que las victorias se consideran logros de Milei y su Gabinete.
En ese contexto, la estrategia oficialista se ha centrado en debilitar a Villarruel, quien, a pesar de sus esfuerzos, ha tenido que lidiar con varias derrotas. A diferencia de lo que ocurre en la Cámara de Diputados, donde Martín Menem cuenta con apoyo directo desde el Ejecutivo, la vicepresidenta enfrenta una posición mucho más aislada. A partir de septiembre, la relación entre Milei y Villarruel se fue deteriorando aún más, hasta casi desaparecer. Ahora, en medio de un nuevo conflicto por el DNU que modifica las condiciones de negociación de deuda, el caos se intensifica.
En los últimos dos meses, Villarruel también ha mostrado un giro en sus actividades, reduciendo sus giras nacionales y enfocándose más en viajes al exterior. Un gesto que no pasó desapercibido, especialmente su abrazo a la ex presidenta Isabel Perón, una figura históricamente controvertida dentro del peronismo. Este gesto generó sorpresa en muchos sectores del justicialismo, que recordaron el vínculo entre Isabel Perón y Juan Domingo Perón, quien la había elegido como su candidata vicepresidencial en 1973.
Villarruel, como presidenta del Senado, ocupa un cargo inherentemente conflictivo en la política argentina, lo que genera desconfianza en el Ejecutivo. Un experimentado operador del Congreso señaló que el problema radica en que la vicepresidenta “aguantó los ataques de la oposición y del Gobierno durante meses, solo para levantar cabeza con iniciativas erradas”.
Este desgaste se refleja en la relación del Senado con la Casa Rosada. “El Senado está para que los legisladores se junten, pero no lo hacen. Y mientras tanto, compiten con las giras internacionales del presidente”, opinan desde sectores cercanos al Ejecutivo.
En medio de este enfrentamiento, algunos senadores moderados se muestran cada vez más cansados de la estrategia oficialista. Además, Ezequiel Atauche, líder de los libertarios, quien ha mantenido un buen diálogo con la Casa Rosada, se convierte en uno de los pocos mediadores entre Milei y Villarruel, lo que representa un desafío importante.
Lo que queda claro es que el Gobierno aplica su guerra política de manera uniforme: tanto a opositores como a aliados, la estrategia es la misma. Como concluye un miembro del Ejecutivo, “Quien no entienda que la rendición debe ser incondicional, nunca será un rival digno para Milei y sus seguidores”. La relación con los legisladores sigue marcada por la inestabilidad, y la mesura ha desaparecido del Congreso hace tiempo.