El poliamor del peronismo catamarqueño

Mucho se habla de la falta de conducción del peronismo nacional, algo que siempre se señaló marcando diferencias con Catamarca, donde el peronismo gobierna por cuarto mandato consecutivo y parece tener sus liderazgos determinados, pero esa idea se derrite como helado al sol.

Hoy el peronismo provincial es un desastre sin rumbo, como un collar barato al que se le rompió el hilo y todas las pelotitas salieron disparadas para cualquier lado.

Peronistas supuestamente de pura cepa como Paola Fedeli, presidenta de la Cámara de diputados y secretaria general del Partido Justicialista de Catamarca; el senador nacional exsaadista, excorpacista y ahora ultrajalilista Guillermo Andrada, intendentes como Franco Carletta y Raúl Barot, andan paseando por España para ver una exposición de frutas y verduras. No, no es una joda, es real. Y el detalle es que fueron a los besos y abrazos con la vicepresidenta libertaria Victoria Villarruel. Se sabe que si hay algo que ningún político catamarqueño resiste es un viaje al exterior con todo pago, y allá fueron contentos y excitados, aunque “Joao” al menos tuvo un poco de vergüencita y no salió en la foto.

De este lado del Océano, el vicepresidente del Partido Justicialista de Catamarca se afianza como aliado de hierro del presidente libertario Javier Milei y maneja sus legisladores nacionales como títeres para cumplir con todos los pedidos de Casa Rosada, mientras Lucía Corpacci, presidenta del Partido Justicialista de Catamarca, le declara una vez más su amor eterno a Cristina, siempre ubicada como la ídola insuperable e inmaculada que va a salvar al mundo.

El caos es tan grande que mientras la prensa nacional le achaca a Jalil que ayudó a sostener el veto de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, el PJ Catamarca saca un comunicado para destrozar… ¡a legisladores del PJ de Catamarca en el Congreso!

Son tiempos de poliamor, el PJ catamarqueño ama a Milei, a Villarruel, a Cristina, cualquier colectivo lo deja bien, cada uno se acomoda donde le conviene, y los militantes miran el espectáculo como una película de terror.

Ni el radical más fanático podría empujar al peronismo a un desorden tan grosero, a una actuación tan chabacana, porque después se juntas todos en un acto como si nada, creyendo que la humanidad entera es estúpida y nadie se da cuenta de lo que pasa.

A una semanita del 17 de Octubre, lo más honesto que puede hacer el peronismo es suspender el acto del Día de la Lealtad.

El catucho