En un abrir y cerrar de ojos se vienen las elecciones de 2023, se terminan los mandatos más importantes, y la mayoría clase política ya no piensa en otra cosa.
El tema no viene fácil porque la situación general es muy mala, la gente respira descontento, preocupaciones, deudas y el relato oficial parece un cuento de ficción.
Todos lo saben, y como no pasaba desde hace tiempo, la próxima vez que los catamarqueños vayan a las urnas ya no habrá “voto cantado”, como en el segundo duelo Corpacci-Brizuela del Moral, o el último entre Jalil-Gómez, donde todas las cartas ganadoras estaban en manos del oficialismo.
Completando tres mandatos y casi doce años en el poder, el peronismo ya enfrenta un desgaste importante. Como suele pasar con todas las dinastías –las viejas y las nuevas- su gran problema es que los que agarran la sartén por el mango no la sueltan más, no hay renovación de figuras porque nadie quiere soltar la teta, entonces se repiten siempre las mismas caras y la gente se cansa.
Los aires nuevos y frescos que ayudan los primeros años, cuando todo es novedad, ya no se sienten, las malas gestiones son más difíciles de disimular, los casos o sospechas de corrupción se acumulan, los acomodos son más desvergonzados, y el electorado va acumulando una bronca que se empieza a ver por todos lados.
Hoy el peronismo no se siente seguro como en 2019. Sabe que el año que viene no va a ser un trámite renovar los mandatos, sino que puede mancarse el caballo, porque como si Catamarca tuviera pocos problemas, todas las noticias que llegan de Buenos Aires son malas, el gobierno nacional hace agua y no hay de dónde agarrarse.
Para hacerla corta: esta vez errarle al candidato principal puede ser un error fatal, como lo fue para el Frente Cívico el lanzamiento de Brizuela por un tercer mandato.
En Catamarca no se habla mucho de eso en público, pero puertas adentro no hay otro tema. Se encargan decenas de encuestas todo el tiempo, y se siguen los números como si fueran actores mirando el rating.
Y hay muchas preguntas, pero la primera es la primera: ¿quién va a ser candidato a gobernador? Lo natural es que siga Raúl Jalil cuatro años más, pero esa idea tiene cada vez más resistencia.
Hoy se manejan cuatro nombres con posibilidades importantes de encabezar la lista el año que viene. Ojo, querer quieren muchos más, pero los que tienen chance no son más de cuatro.
El candidato a gobernador saldrá de Raúl Jalil, Lucía Corpacci, Gustavo Saadi o Rubén Dusso. Todos los demás aspirantes se van a ir quedando en el camino y lo saben. Algunos solo se lanzan como amague para asegurarse algo en el reparto hacia abajo.
Grandes peleas a la vista no hay, porque saben que el horno no está para bollos. Pero las segundas líneas se vienen empujando hace rato.
Raúl Jalil quiere seguir, pero no lo ayudan los números. No levanta, no mejora y no hay señales de que lo vaya a hacer. Claro que si todos los acompañan será favorito para ganar, por la fuerza de un peronismo unido, pero ya lo hicieron en 2019, ¿por qué otra vez? No todos están convencidos de acompañarlo. El no es de abrir el juego ni de convidar poder, todo lo quiere controlar y manejar él, entonces ahora que necesita ayuda le harán sentir el rigor.
Mejor que él mide Lucía Corpacci, pero aunque tendría apoyo casi automático de la mayoría, el problema es que no quiere. Así se lo repitió hasta el cansancio a sus allegados: después de renunciar a mitad de mandato tres veces, esta vez quiere completar los años que le quedan como senadora.
Cabeza a cabeza con los números y también mejor que Jalil, aparece Gustavo Saadi, empujado sobre todo por la militancia más peronista, que no se identifica con Jalil para nada. El intendente no dijo ni una palabra sobre sus intenciones… pero tampoco mandó a callar a los que lo nombran.
El cuarto en discordia es Rubén Dusso, que ahora está en todos lados, desde Canadá hasta las reuniones del Norte Grande. Es casi un co-gobernador que conoce y decide a la par de Jalil. Dusso lleva en el poder tantos años como el peronismo catamarqueño, y su entorno quiere que dé el salto y asuma el mando.
Ese póker de nombres se depurará en los próximos meses y de ahí saldrá el defensor de la corona, contra un radical que puede ser Francisco Monti o Flavio Fama.
Por ahora la negociación es silenciosa y discreta. Pero todos están en vilo, porque según como se muevan las fichas quedarán vacantes muchos lugares, en intendencias, el congreso y en la legislatura también. Hagan sus apuestas.