El nuevo hombre del megáfono

Hay un nuevo hombre del megáfono: ya no es Marcelo Strada, el más conocido de los manifestantes estafados por las financieras truchas. Ahora es otro muchacho: Edgar Adhemar Bacchiani.
Efectivamente, el otrora “Trader God” ahora es el “Victim God”, que decidió denunciar a medio mundo para pedir justicia.
El Pelado demoró un poco, pero tras un año y pico en la cárcel, el astro de las criptomonedas se dio cuenta de que no se puede confiar en nadie, y decidió reclamar por miedo a perder sus ahorritos.
Es así que el simpático Egdar, ya con su poderosa empresa Adhemar Capital quebrada, y tras haber cambiado su garaje por una celda en Miraflores, denunció a Alexis Sarroca y José Blas por “robo, fraude, estafa y defraudación”.
¡Quiero retruco! Cantó Bacchiani y los denunció a todos, incluyendo a sus aparentemente infieles empleados de Tucumán y Córdoba, provincias donde su imperio de cristal había expendido sus oficinas. Según parece, los de acá le robaron, lo defraudaron y lo estafaron, y los de allá le vaciaron su ascendente empresa.
Más de un año tardó, pero al final el superempresario de los Bitcoin descubrió que es una inocente víctima.
Esto abre un jugoso y nuevo capítulo a la causa que arrancó allá por el 2020, pero estalló en enero de 2022, cuando Bacchiani empezó a mancarse con los pagos, y terminó en escándalo cuando lo metieron preso en abril.
El pobre Bachi dice que le robaron en casi todos sus negocios. ¡Ya no se puede confiar en nadie! Un pobre laburante que se deslomaba tradeando de sol a sol, y todo para que unos pícaros se queden con todos los bolsos reunidos con tanto sacrificio.
Antes pedía la domiciliaria para empezar a pagar, ahora quizás pida permiso en la cárcel para salir a protestar junto con los otros damnificados, si al fin de cuentas es uno más entre tantos soñadores burlados.
Bacchiani, el cazador que se declara cazado, justo cuando estaba listo para cumplir con sus compromisos, vino a enterarse de que los quinchicientos millones de dólares que tenía ya no están.
¿Pero qué hace la justicia que no protege a este pequeño emprendedor? No se sorprendan en la próxima marcha de ahorristas de que al fondo de la caravana aparezca una triste Ferrari tocando bocina.
A ver si hacemos una colecta y lo ayudamos. Catamarca debe solidarse con este desdichado trabajador de las cripto al que despojaron de sus ilusiones.

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