Allá por 2013, el gobierno provincial anunció con bombos y platillos que iba a llevar la red de gas natural hasta la Villa de Antofagasta, en Antofagasta de la Sierra.
Tan segura estaba la gobernadora Lucía Corpacci que calculó a ojo de buen cubero que la ejecución de la obra iba a durar unos 18 meses, teóricamente gracias a los aportes de la minera que ahora se llama Livent y que se lleva el litio de la puna catamarqueña.
Se habló de una gran inversión de medio millón de dólares, pero lo cierto es que pasaron los 18 meses y muchos más, pasaron siete años y la promesa fue una más de las que se llevó el viento. ¿Y la platita? No se sabe.
La obra que se hizo es la que lleva gas a la minera… el pueblo con velas y leña suficiente para el invierno, total ¿qué temperatura hay en Antofagasta? ¿20, 30 grados bajo cero? Bueno, no es para tanto.
Todo nació con un pomposo Acuerdo Transaccional entre el Ejecutivo (a través de la Secretaría de Minería) y la empresa minera que ahora es Livent donde figuraban BAPRO Mandatos y Negocios S.A. como ente fiduciario.
Cuando se publicó ese arreglo, el gobierno anunció la construcción de un gasoducto que aseguraría la provisión de gas natural para la Villa de Antofagasta de la Sierra, obra que sería terminada en un plazo de 18 meses y que servía de paso cañaazo para proveer de gas a la mina de litio del Salar del Hombre Muerto.
Ese acuerdo, según lo que se dijo en su momento, incluyó un pago de 500.000 dólares para la ejecución de las obras complementarias y la mar en coche.
Siete años después ¿qué pasó?
Simple: el gasoducto para la empresa sí se construyó, pero para la gente de Antofagasta nada.
Todos estos enmarañados arreglos y promesas no nacieron por generosidad de la empresa, sino como una compensación por la avivada de estas firmas foráneas que llevan décadas llevándose el litio catamarqueño y ni siquiera pagaron el canon de agua. Años y años sin pagar. Para saldar esa gigantesca deuda, prometieron la obra, que finalmente tampoco se cumplió.
Cortinas de humo blanco como el litio que sirven para hacer un poco de show con la gilada y que la empresa nunca pague ni cumpla.
“Con esto salimos del tabú de que la minería era pecado. No sé si estará en 18 meses, tal vez demande dos años ejecutar esta obra; pero lo que es seguro es que una vez que este funcionamiento esta planta de gas natural virtual los antofagasteños ya no van a tener que andar peregrinando en busca de leña o penando por una garrafa. Estas acciones son las que nos permitirán afirmar que Antofagasta está creciendo, que sus habitantes han mejorado su calidad de vida, y que podrán recibir con mejores servicios a los miles de turistas que todo el tiempo los visitan”.
Eso decía Corpacci, rodeada y abrazada con su esposo y todavía ministro de Producción, Ángel Mercado y su gran amigo común, Fernando Musella.
Cambiaron muchas cosas en los siguientes años… Musella y Mercado pasaron de compañeros de equipo ha denunciado y denunciante por amenazas mafiosas, por ejemplo, ella se fue del gobierno, él se fue del ministerio… muchas cosas pero la obra te la debo.