A dos semanas de una elección, se hace lo que se tiene que hacer: sonrisas para la foto y barrer bajo la alfombra, pero el clima en el oficialismo está más que espeso.
Los números de las encuestas llevan tranquilidad al peronismo y nadie quiere romper lanzas a metros de la línea de llegada. Todo el esfuerzo lo hace la oposición, que trae más y más gente de Buenos Aires pero que en Catamarca no mueven la aguja.
Alfonso Prat Gay, Patricia Bullrich, Alfredo Cornejo, Martín Lousteau. Todos muy lindos, pero que vengan acá un par de horas no cambia nada. Es más, pueden quedarse a vivir en Valle Chico y no le van a sumar votos a los candidatos opositores.
¿Cuántos votos suman Cornejo o Lousteau en Tinogasta, Belén o el Circuito 7? Las encuestas de Juntos por el Cambio son optimistas en casi todo el país, pero a Catamarca se la mira todo como una causa perdida, por más que hablen de sorpresa. Es difícil hacer frente al aparato estatal y si Cristina pierde su quórum en el Senado, no sería porque desde aquí le manden dos opositores.
Así está el panorama, y por eso no hay ruido de internas en el Gobierno. Pero la verdad es que hay muchos masticando bronca, y el día después de la elección van a empezar a saltar los enojos.
Hay deudas políticas que no se saldaron, hay fondos de campaña que no fueron para los candidatos que tenían que ir, hay lugares que no se compartieron, hay mesas chicas que ignoran a los militantes, hay dirigentes cansados de hacer de actores de reparto, hay bronca con los que nunca sumaron nada al peronismo y hoy gozan del poder mientras los compañeros que pusieron el pellejo miran desde afuera.
Atención, tomen nota, que a cada enojo se le puede poner nombre y apellido. Hay resentimientos entre la vieja guardia del gobierno y los recién llegados, hay muchos que se sienten mal pagados mientras florecen los jardines de varios que traicionaron, hay acuerdos que no convencen a nadie, hay figuras importantes muy relegadas y lo hacen saber.
Se huele y se comenta lo que pasa, entre algunos ministros, en la legislatura y en un círculo rojo que está agazapado para reacomodarse.
No se pueden contar los cabritos antes de que nazcan, y hasta que los catamarqueños no voten no se podrá dar por terminada la elección. Pero si todo sale como se pronostica y el oficialismo vuelve a ganar, no vendrán tiempos de paz política: el 15 de noviembre se iniciará la guerra por el 2023, con muchos pases de facturas internas y romances simulados para la popular que llegarán a su fin.





