El FMI estimó que el Gobierno cumplirá con la meta de inflación en 2023

El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un crecimiento de 2% para la economía argentina en el año en curso y una reducción en la inflación a 60%, según surge de la actualización del informe Perspectivas Económicas Mundiales en su capítulo referido a América Latina, dado a conocer en la mañana de este miércoles en Washington.

El FMI traza un complejo panorama para la región ya que “América Latina enfrenta una desaceleración del crecimiento y una alta inflación en medio de tensiones sociales”, según señala un informe de los economistas del Hemisferio Occidental del organismo, Gustavo Adler, Nigel Chalk y Anna Ivanova.

Informe del FMI: qué dice sobre la inflación en Argentina para 2023

Tanto para 2023 como para 2024, el Fondo espera que la economía argentina avance 2%, ligeramente por encima del promedio de Sudamérica (1,5% este año y 1,9% el próximo), pero por debajo del 4,6% de crecimiento registrado por el país en 2022.

La evolución de las economías de los principales socios de la Argentina no jugaría a favor. Se prevé que el crecimiento en Brasil se desacelere de 3,1% el año pasado a 1,2% en el presente. El aumento del PIB en los Estados unidos se reduciría de 2% en 2022 a 1,4% en 2023.

En materia de inflación, la proyección del FMI para el año en curso es coincidente con la estimada por el gobierno argentino en el presupuesto: 60%. Esta cifra se encuentra por debajo de las estimaciones privadas que, en promedio, prevén una suba de 98,4% (según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado que realiza el BCRA).

La proyección de inflación de 60% para la Argentina es la segunda más alta del continente americano después de Venezuela – 150% -, en tanto que en tercer lugar se encuentra Surinam – 22,9%- y Haití -21%-.

Resistencia

Las economías de América Latina resistieron bien el año pasado a pesar de los impactos de la invasión de Rusia a Ucrania y la suba en las tasas de interés a nivel mundial, señala el Fondo. En 2022, la economía de la región creció casi un 4%, el empleo se recuperó con fuerza y el sector servicios rebotó tras los daños causados por la pandemia.

También destaca que las presiones inflacionarias están retrocediendo en muchos países debido a los prontos y decididos esfuerzos de los bancos centrales y a los menores precios mundiales de los alimentos y la energía.

Sin embargo, advierte que la inflación núcleo (es decir, excluyendo alimentos y energía), se mantiene alta en alrededor del 8% en Brasil, México y Chile (y algo más en Colombia).

A pesar de estas noticias alentadoras sobre el crecimiento y la inflación, el Fondo advierte que “es probable que 2023 sea un año desafiante año para la región”.

Al respecto proyecta que el crecimiento de este año disminuya a solo el 2%, en medio de un aumento en las tasas de interés y caídas en los precios de las materias primas.

Evalúa que la creación de empleo y el gasto del consumidor en bienes y servicios se están desacelerando, y la confianza de los consumidores y las empresas se están debilitando. El crecimiento también se verá frenado por una desaceleración en los socios comerciales, particularmente los Estados Unidos y la zona del euro.

Además, se presentan riesgos a la baja derivados del conflicto bélico en Ucrania y de posibles condiciones financieras más estrictas de lo previsto.

Asimismo, “es probable que hacer que la inflación vuelva a los objetivos de los bancos centrales sea un proceso prolongado que está sujeto a riesgos, incluido el aumento de las presiones salariales”.

Desafíos

El Fondo también advierte por la situación social en Latinoamérica. “La desaceleración del crecimiento, la alta inflación y la incertidumbre global significan que muchas personas en la región verán disminuir su nivel de vida este año y probablemente enfrentarán creciente ansiedad por su futuro”.

Considera que el aumento en el descontento social y la disminución de la confianza en las instituciones públicas ha sido una tendencia importante en la región desde hace algún tiempo. Y las tensiones sociales se exacerbaron durante la pandemia.

Evalúa que las personas más pobres, en particular las que trabajan en servicios personales, soportaron la peor parte de las consecuencias económicas. Si bien el apoyo del gobierno ayudó a paliar la situación, muchos no pudieron aislarse completamente del impacto negativo, “como lo demuestra el notable aumento de la pobreza”.

Además, el aumento de la inseguridad alimentaria también es un síntoma clave de los efectos socioeconómicos duraderos de la pandemia.

La clase media de la región también enfrenta una situación económica más inestable, según la visión del organismo. Numerosas pequeñas empresas lucharon para sobrevivir durante los cierres durante la pandemia y los salarios de los trabajadores de ingresos medios fueron erosionados por el aumento de los precios.

Para el Fondo, revertir estas tendencias y el impacto de la pandemia requiere restaurar la estabilidad macroeconómica e impulsar el crecimiento de manera duradera a través de reformas estructurales. Y agrega que “encontrar terreno común para llevar a cabo reformas económicas sensatas en un entorno de importantes las tensiones sociales serán una batalla cuesta arriba”.

Todo esto en un contexto en el que “la posibilidad continua de los disturbios y la parálisis política tienen el potencial de erosionar la confianza y pesar sobre actividad económica”.

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