Tras la implementación de una serie de medidas de asistencia del Estado frente a la pandemia hoy 21 millones de adultos, que viven con otras 19 millones de personas, recibe algún ingreso del Estado.
El dato lo brindó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien destacó que de esta manera hay 40 millones de personas (89% del total del país) que hoy viven en un hogar en donde algún miembro percibe cierto ingreso por parte del Estado.
Sin lugar a dudas de no ser por la intrincada situación fiscal vigente, sin acceso al financiamiento voluntario de los mercados, el número podría ser anecdótico pero, en realidad, no hace más que reflejar lo delicado de la situación social y económica.
Difícil pergeñar o imaginar un país, una economía, donde casi el 90% de la población reciba algún tipo de ingreso estatal. No hay fisco (ni contribuyentes) que lo resista, incluso los de los países más desarrollados. Claro, estos países tienen más margen de maniobra fiscal y monetario para afrontar cualquier crisis; en cambio, la Argentina, que encima aún desconoce si caerá o no en default, no tiene espacio fiscal para proyectar mucho más semejante situación.
Frente a lo que viene el ministro explicó que el Gobierno apuesta a un Acuerdo Económico y Social junto a un programa macro productivo para salir de este atolladero. Claro que en ese Acuerdo, parrafaseando a JFK en su discurso inaugural (“No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”) advirtió que cada actor deberá decir qué esfuerzo está dispuesto a hacer para mejorar el PBI a largo plazo. Detrás de todo esto está el debate, ya mundial, sobre los ingresos universales, no planes sociales. Todo esto en una economía con alta presión impositiva y un gasto público difícil de financiar.