Diputados recuerda los 30 años de la reforma constitucional

Con la presencia de quien fuera presidente de la Convención Constituyente de 1994, Eduardo Menem, Horacio Rosatti, Jesús Rodríguez y Augusto Alasino, entre otros, se desarrolla la jornada de conmemoración en el Salón de Pasos Perdidos.

A 30 años de la reforma constitucional realizada en nuestro país en 1994, protagonistas de la Convención Constituyente de entonces recuerdan lo que fue esa tarea y analizan los desafíos pendientes.

La “Jornada Aniversario de la Reforma Constitucional 1994-2024”es organizada por la Cámara de Diputados de la Nación (HCDN) y el Instituto de Capacitación Parlamentaria (ICaP), con el propósito reflexionar acerca del camino que condujo a ese hecho histórico, concibiéndolo como producto del consenso político y programático entre las dos principales fuerzas partidarias de aquel entonces.

Con la presencia del presidente de la Cámara baja, Martín Menem, durante el primer panel expusieron Eduardo Menem, quien fue presidente de la Convención Constituyente del ’94, y los convencionales constituyentes Horacio Rosatti, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; Jesús Rodríguez y Augusto Alasino, entre otros.

Los oradores previstos para esta jornada son los citados Eduardo Menem, Horacio Rosatti, Jesús Rodríguez, Augusto Alasino, más Tomás Figueroa, secretario Parlamentario de la HCDN; Rodolfo Barra -actual procurador del Tesoro-, Julio César Aráoz, Elva Barreiro de Roulet y Antonio Hernández, entre otros.

Asistieron como invitados Juan Carlos Maqueda, Juan Carlos Romero, Rafael Pascual y José Estabillo; representantes de las embajadas de Japón, Palestina, Arabia Saudita, Paraguay, China, Francia, Argelia, Kuwait, Armenia, Marruecos y Filipinas.

También asistieron los diputados nacionales Silvia Lospennato (Pro), Gabriel Bornoroni (LLA), Nicolás Mayoraz (LLA), Lorena Villaverde (LLA), Maximiliano Ferraro (CC), Karina Banfi (UCR), Guillermo Snopek (UP), Lisandro Almirón (LLA) y Lilia Lemoine (LLA).

Las exposiciones

Al abrir el evento, Martín Menem recordó “la sanción por unanimidad de tal vez la Constitución más legítima y democrática en toda la historia de nuestro país”. “Esta reforma constituyó una bisagra en la historia de nuestras instituciones, porque se pudo demostrar que era posible modificar nuestra ley fundamental por el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas”, sostuvo.

El riojano mencionó que “si bien es cierto que representantes de otros partidos no estaban de acuerdo” con la reforma o algunos puntos de ésta, “se respetó la regla de oro de las mayorías” y la votación resultó unánime.

El titular de Diputados destacó que en la Constitución del ’94 “se trató de establecer un equilibrio de los poderes del Estado, mediante la atenuación de las facultades del Poder Ejecutivo y una mayor eficacia en el funcionamiento del Poder Legislativo”.

“Este Congreso tiene una deuda con la Constitución porque no se han sancionado varias leyes, entre las cuales cabe mencionar una muy importante, y creo que en el futuro próximo presente va a ser de trascendental importancia, que es la bendita Ley de Coparticipación de Impuestos”, señaló.

También se refirió a que “hace más de 15 años que no se cubre el cargo del Defensor del Pueblo”.
Menem agregó: “Me comprometo, con el apoyo de todos los diputados, a que se cumplan todos los mandatos pendientes y que sancionemos las leyes que quedaron en deuda”.

En el final de su discurso, rememoró vivencias personales, a sus 18 años en 1994, cuando su padre Eduardo Menem era el presidente de la Convención Constituyente y él como estudiante de Derecho estudiaba en medio de ese proceso que “los derechos de Malvinas son inalienables e imprescriptibles por parte de la Argentina”. “Tengo el recuerdo de haberlo visto a mi viejo redactarla de puño y letra. Yo estudié los apuntes de puño y letra de esa cláusula (primera), que va a ser letra viva por los siglos de los siglos en nuestra Constitución”.

Tras tomar la posta, el diputado libertario Nicolás Mayoraz como moderador, en su rol de presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, abrió el primer panel Eduardo Menem. “Esta reforma fue única en la historia. Aprobada por unanimidad y jurada por todos los convencionales en aquella histórica jornada del 24 de agosto de 1994 en el Palacio San José de Urquiza”, ponderó.

El expresidente provisional del Senado valoró el “trabajo extraordinario” que realizaron hace 30 años los convencionales constituyentes y luego repasó que en Argentina “tuvimos una historia constitucional muy complicada”.

“Dos Constituciones sancionadas que no se pusieron en vigencia, la de 1819 y la de 1826” porque “eran muy unitaristas”; después “la de 1853, que fue la de los padres fundadores, una Constitución de avanzada, pero que se hizo sin la participación de la provincia de Buenos Aires. Además no fue tan democrática porque los convencionales eran elegidos a dedo”, dijo.

Más tarde se dio una reforma en 1860, donde “se incorpora Buenos Aires y otras normas importantes”; la reforma de 1866 “fue muy breve” y “no hubo más reformas hasta 1949, la cual fue cuestionada porque la convocatoria no se había sancionado por dos tercios del total de los presentes de ambas cámaras”. “En la Convención hubo un retiro masivo de los convencionales de la oposición”, recordó.

Menem señaló que esa última reforma “fue derogada por un bando militar” que derrocó a Juan Domingo Perón, quienes “tuvieron además la audacia de convocar a una convención constituyente, con la proscripción del peronismo, que se hizo en 1957”. En esa ocasión, “hubo también un retiro masivo, pero se alcanzó a sancionar el artículo 48 bis que era la incorporación de los derechos sociales, que en el ’94 lo ratificamos”.

“La reforma de 1994 significó un quiebre en esa especie de maleficio en nuestra historia constitucional, donde no se podía sancionar una reforma con el consenso de las fuerzas políticas. Fue como un exorcismo”, expresó el hermano del fallecido expresidente Carlos Saúl Menem, en cuyo gobierno se sancionó la última Carta Magna.

Menem aseguró que “tanto el peronismo como el radicalismo eran partidarios de la reforma constitucional, aunque diferían en algunos detalles”. “Los políticos argentinos somos muy difíciles, somos muy pasionales en las disputas”, expresó. Por eso, sobre la Constitución, insistió que “fue la más democrática y legítima de la historia, porque se integró con el pluralismo de 19 bloques políticos”.

En el primer panel, ante un Salón de Pasos Perdidos colmado de asistentes, el convencional constituyente Jesús Rodríguez aseveró -en relación al Pacto de Olivos- aseveró que “es un error grave señalar que la Constitución del ’94 es el resultado de los intereses particulares y personales de dos personas”.

“Una Constitución aprobada sin los dos tercios de la Cámara de Diputados de los presentes, como la Constitución establecía, o forzada por una consulta popular, hubiera llevado a la Argentina a un riesgo de convivencia pacífica afectada seriamente en la vida social”, apuntó el radical.

Rodríguez afirmó que “la reforma del ’94 fue un ejemplo de amistad cívica y de civilidad política. Una Asamblea que recogía la diversidad social, ideológica, cultural, política y regional de la Argentina”.

“Señores constituyentes este es un triunfo de la política; la política en grande, la que hicimos por consenso”, destacó Augusto Alasino, quien además observó que “esta Constitución es antidiscriminatoria y el resultado se ve a la vista: el matrimonio igualitario, la igualdad de mujeres y varones, las políticas de género y la protección de los chicos”.

A su turno, Horacio Rosatti evocó los días de la Convención Constituyente donde él fue vicepresidente del bloque mayoritario, que presidía Augusto Alasino. “Nosotros éramos convencionales constituyentes reformadores. No éramos revolucionarios, sino que debíamos modificar algo que debía ser una continuidad con transformaciones. Es decir, debíamos llevar adelante una serie de reformas culturales y luego jurídicas sin alterar el espíritu de la Constitución. Además teníamos prohibido, por la ley de convocatoria, tocar los primeros 35 artículos de las declaraciones de derechos y garantías”.

El presidente de la Corte reivindicó el acuerdo político previo, “porque uno no le puede dar a un convencional reformador un cheque en blanco y decir: ‘Mirá, hacé lo que te parezca’”. En ese sentido destacó como ejemplo que no se puede pasar de  un sistema presidencialista a un sistema parlamentario “por un voto”.

“Que se conozca el contenido del acuerdo previo parlamentario supone que quien vota al partido que vota, sabe por lo menos en trazos generales qué es lo que va a votar el convencional. No puede tener un mandato absolutamente libre, sino en gran medida debe estar condicionado por un programa, un proyecto conocido por la comunidad, porque la Constitución no se reforma todos los días y en consecuencia los contenidos deben ser conocidos por la población. Y mientras más amplio sea ese consenso, mejor”, evaluó.

Sobre el final de su exposición, Horacio Rosatti dijo que, sin exagerar, le parecía que la Convención Constituyente “fue el último gran acto de la política con mayúsculas en la Argentina. Porque grieta había antes y hubo después, sin embargo pudimos poner entre paréntesis en esos tres meses la grieta y tomar conciencia de que la obra que íbamos a hacer estaba destinada a perdurar por varias generaciones”.

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