Enloquecidos como están por las elecciones, nuestros honorables diputados y diputadas decidieron que no hay nada para legislar y que más importante es atender la rosca a ver si renuevan la beca o tienen que ir a laburar en diciembre.
No es para sorprenderse, todos los años electorales hacen lo mismo: nadie trabaja, nadie disimula, a nadie le importa un comino el pueblo.
Sólo están preocupados por sus intereses y por acomodarse.
Pero esta vez ya es un escándalo, esta gente que largó el año relajadamente en mayo (¡en mayo, qué caraduras!), ya en junio están agotados y llevan tres semanas sin sesionar.
Una locura, una vagancia total, una irresponsabilidad alarmante, una burla a la gente que pelea el mango para cargar la SUBE y comprar polenta y fideos, mientras estos holgazanes viven como reyes sin hacer nada.
Tampoco es que en las sesiones hacen gran cosa, seamos sinceros, pero al menos se muestran una horita a la semana y fingen que están haciendo algo útil. Ahora ni eso. Ni bajan al recinto, todo les importa un comino, se ríen en la cara de la gente.
Qué interesante sería que sumen todos los sueldos de este mes, que los pagamos todos, y lo devuelvan, y se destine ese dinero a los comedores y merenderos, a la cooperadora de un hospital, a alguien que lo necesite.
Son millones y millones por vegetar en sus oficinas, que ya les pagamos en enero, febrero, marzo y abril porque sí, porque ellos tienen cinco meses de vacaciones.
Pero parece que les resulta poco y ahora necesitan seis meses de descanso, porque están en “campaña”. Verdaderos parásitos del Estado, sinvergüenzas, ociosos con sueldos de lujo. Después preguntan por qué están desprestigiados y la gente ni quiere ir a votar.
La visión del catucho