El primer debate presidencial entre el mandatario republicano, Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, el martes por la noche fue un espectáculo de cómo la campaña electoral de Estados Unidos descendió a la cloaca política y dio muestra de lo que le espera a los votantes de aquí hasta el 3 de noviembre.
El enfrentamiento caótico y repleto de golpes bajos y descalificaciones dejó estos puntos clave de la contienda por llegar o permanecer en la Casa Blanca:
Trump y su capacidad de dominar el ritmo del debate
El presidente de Estados Unidos fue el principal responsable de convertir en una sesión caótica y desprolija lo que debía ser el primer cara a cara entre los dos candidatos. También tuvo éxito en llevar a Biden a momentos de verdadera irritación, como cuando le espetó “¡¿Vas a callarte?!”.
Los medios estadounidenses fueron unánimes en considerar que Trump marcó la pauta del debate con su tono agresivo, una herramienta mal vista por la política tradicional, pero que es muy popular en su base electoral.
Racismo y supremacistas blancos
Otra nota destaca dada por el mandatario republicano en busca de su reelección. Trump se negó a condenar a grupos de extrema derecha y, por el contrario y sin las ambigüedades que marcaron declaraciones anteriores, evocó a una milicia supremacista.
El mandatario pidió a los Proud Boys (un grupo neofacista creado en Nueva York en 2016) que retroceda y espera, e inmediatamente después lanzó: “Pero les diré algo, les diré algo, alguien tiene que hacer algo con los ANTIFA”.
Trump siguió entonces afirmando que ese movimiento de extrema izquierda –al que responsabiliza por los incidentes en las manifestaciones antirracistas y contra la brutalidad policial), es más violento que los supremacistas blancos.
El coronavirus, lejos de ser central
El tono del debate llenó de problemas a Biden para que pudiera explotar el punto más débil de la administración Trump y la principal razón de su descenso en los sondeos de intención de voto: la gestión de la pandemia del coronavirus.
Analistas y observadores que esperaban una discusión de mayor nivel sobre la crisis sanitaria en el país más afectado en el mundo por la enfermedad –Estados Unidos tiene 206.005 muertos y 7.191.349 contagios- vieron cómo el enfrentamiento se basó en burlas por parte de Trump y ataques de que el demócrata lo hubiera hecho peor.
El mandatario logró evitar dar respuestas por un tema incómodo, una marca de su campaña.
Biden y el conflicto interno con el ala izquierdista
Si hay algo en lo que ha tenido éxito Trump es en explotar las tensiones internas del Partido Demócrata al acusar una y otra vez a Biden de ser un izquierdista disfrazado de moderado, obligando al exvicepresidente a aclarar su oposición a la línea más progresista dentro del partido, la cual su principal piedra en el camino durante las primarias.
“El partido soy yo”, dijo Biden en una declaración que podría traerle muchos dolores de cabeza en la puja interior de los demócratas, donde las bases que apoyaron al senador Bernie Sanders, no se sienten realmente cómodas trabajando para una eventual Presidencia suya.
Es sabido que el candidato demócrata no sólo debe conquistar el voto de indecisos sino incluso de sectores del ala izquierdista de su partido que le reprochan ser demasiado moderado y pro mercado.
Está en juego repetir el escenario de 2016, cuando la candidatura de Hillary Clinton eclosionó la grieta demócrata, en contraste con un Partido Republicano que ha sabido encolumnarse detrás de Trump, incluso dejando de lado varios de sus valores históricos.