Cuando en la minería la gente es menos que un número

Muchas empresas mineras hablan sin empacho de sus proyectos de miles de millones, anuncian inversiones olímpicas y prometen prosperidad a granel con tal de instalarse en un lugar y llevarse sus riquezas a cambio de mínimas comisiones.

Se ocupan todo el tiempo de ostentar poderíos económicos intimidantes, dejando claro que son más poderosas que cualquier gobierno, hasta convencer a todos de que al final nos harán un favor si llegan a “invertir”, aunque todos sepan que esas inversiones terminan siendo un mínimo porcentaje de todo lo que se llevan y reparten entre ricachones que nunca hablarán español.

Es la magia de la minería, ese rubro que en Catamarca lleva décadas enquistado y todavía se pregunta por qué no consigue la “licencia social”. ¿Será porque contaminan? ¿Será porque se llevan todas las riquezas y no dejan nada?

El catamarqueño no es tonto, y el verso de las promesas de Alumbrera se lo tragó una vez, allá en los 90, pero no se lo cree más.

Y estos grupos inversores que rondan Catamarca como moscas en la miel, que cada tanto cambian de nombre y lanza y relanzan, y presentan y representan veinte meses los mismos proyectos, demuestran muchas veces que para ellos Catamarca no es más que una bolsa a vaciar, y que los catamarqueños no representan nada, no llegan a ser ni un número.

Una de las que ofrece a cada paso pruebas de este comportamiento es Livent, que acumula denuncia tras denuncia desde hace tiempo, y cada vez trata peor a sus trabajadores.

Esta firma Livent se pasó por donde quiso los decretos de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, la emergencia sanitaria y la orden de frenar las actividades para proteger a los trabajadores.

“La empresa Livent está trabajando en la producción con un personal reducido que son de catamarca que trabajan 21×21”, manifestó el senador por Antofagasta de la Sierra, Mario Carrizo.

Así lo viene denunciando AOMA, aunque la empresa siempre tiene una excusa a flor de labios.

AOMA, el gremio minero, recordó que las medidas de Nación ante la pandemia son obligatorias, y que su incumplimiento puede generar sanciones penales, pero a nadie parece importarle.

No es algo ocasional ni aislado. También la Intersindical Minera de Catamarca (IMCa.) denunció varias veces a Livent, por incumplimientos de contrato y por graves fallas en la seguridad e higiene.

Fueron cosas muy graves, como dejar sin energía, sin calefacción y sin luz, a trabajadores que deben soportar casi 20 grados bajo cero por las noches el antofagasteño Salar del Hombre Muerto.

Hay desidia y maltratos, porque parece que para Livent los catamarqueños y salteños contratados son esclavos modernos y nada más.

Livent viola además los derechos indígenas vigentes en leyes nacionales y tratados internacionales de derechos humanos. Avanzan sobre ríos, sobre tierras, son amos del mundo.

Y como parece que tienen a las autoridades a sus pies, hacen detener a todo aquel que quiera protestar.

Es la misma empresa, por si no se recuerda, que explotó años las riquezas del salar sin aportar nada, sin pagar ni siquiera canon de agua.

La multinacional FMC Corporation se instaló en Catamarca en la década del 90 (bajo el nombre de Minera del Altiplano). Con su proyecto Fénix (más conocido como Salar del Hombre Muerto) hizo lo que quiso siempre, con la comodidad de que los focos y las lupas siempre estuvieron sobre Alumbrera y nadie le prestaba mucha atención.

En 2018 FMC Corporation, de origen estadounidense, anunció que su unidad de negocios de explotación de litio pasaba a llamarse Livent Corporation.

Livent presentó el informe de impacto ambiental para ampliar la explotación (del proyecto Fénix). Para eso requiere grandes volúmenes de agua, que pretende obtener del acuífero de la subcuenca río Los Patos. Propuso la realización de seis pozos de bombeo, los que permitirían proveer 650.000 litros de agua por hora, y trasportar el caudal a través de un acueducto de 32 kilómetros hasta la planta.

Las comunidades indígenas, las asambleas socioambientales y vecinos autoconvocados de Antofagasta de la Sierra rechazan la avanzada empresaria. Afirman que la multinacional ya agotó el recurso del río Trapiche, y que hará lo mismo con el río Los Patos, imprescindible para la vida del lugar.

A nadie le importa. Este conflicto ya causó varios hechos de violencia, pero Livent parece que es más poderosa que la propia ley.

El sector minero fue uno de los más beneficiados, por décadas. Cuenta con una legislación actual que es ampliamente concesiva con los capitales que se dirigen a esa área y, además, las mineras de litio obtienen aún más beneficios.

La crisis del coronavirus, a partir de que se decretara la emergencia sanitaria y con ella la cuarentena generalizada en todo el país, obligó a las mineras de la Puna de Atacama al Noroeste argentino a paralizar sus actividades debido a que no son parte de lo que se considera “actividades esenciales”. Pero las patronales no quieren perder ni un sólo peso, por eso desde las Cámaras de Minería pusieron el grito en el cielo y pidieron que su actividad sea considerada actividad esencial.

Livent es el peor ejemplo de los “capitales” que llegan para hacer daño, con atropellos y prepotencia, que hacen mal al ambiente, a los pueblos, a las comunidades originarias y a sus propios trabajadores.

¿Quiénes son los cómplices de estos foráneos que se llevan lo nuestro y actúan como si fueran dueños de Catamarca?

El Catucho. 

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