Crimen de Rojitas: más y más pistas apuntan al Ministerio de Desarrollo Social

El asesinato de Juan Carlos Rojas sigue impune, pero aunque la Justicia parece trabajar a paso de tortuga enyesada, hay otros interesados en llegar a la verdad, y día a día van cerrando el cerco sobre la que surge como hipótesis más firme.

Ni muerte natural, ni crimen pasional, ni asalto violento. Se suman más y más y más elementos que ya sirven como indicios firmes para suponer que a Rojitas lo mataron por cuestiones delicadas que tenían que ver con su labor en el Ministerio de Desarrollo Social. Concretamente, por la ollas que estaba destapando y por los millonarios curros que estaba cortando.

Esto no es sólo un rumor, y hubo hechos que abonan la teoría sucedidos después del macabro ataque que terminó con la vida de Rojitas. Por ejemplo, expedientes perdidos que tendrían relación con los que se vieron amenazados y perjudicados porque Rojas no les permitió seguir con su juego.

Para borrar estos expedientes, al parecer, hábiles y preparadas manos hackearon el GEDE, sistema de gestión electrónica. ¿Lo hackearon o accedieron a los archivos con un token propio?

No se sabe con seguridad, como no se sabe cómo es que desaparecieron misteriosamente registros clave de las cámaras de seguridad.

Oh casualidad faltan dos horas, y son precisamente del día del crimen. Una explicación que se ensayó es que se hicieron tarde los pedidos y los archivos de video ya se habían borrado.

Como se ve, estos temas si se confirman ya no revelan sólo un grave crimen, sino también un gigantesco encubrimiento. Maniobras que, se asegura, empezaron en la misma morgue donde llevaron los restos de Rojitas. Se dice que desde allí le soplaron a Luis Barrionuevo que era un crimen, aunque el primer informe no diga nada: ¿por eso el fiscal Laureano Palacios salió a hablar de muerte natural? ¿O él también fue informado y se le ordenó decir otra cosa?

“Se encuentra con el torso desnudo, vestido con un calzoncillo (tipo short) de color oscuro y líneas de colores marrón, celeste y beige”, diría la necropsia, para detallar que “se aguarda la realización de la operación tanatológica por parte del personal especializado”. Antes de las 10 de la noche ya sabían que había sido una muerte violenta, porque se detectó “Traumatismo craneoencefálico y hematoma subdural”.

¿Por qué entonces fue Raúl al velorio (que al final no se hizo) en la sede de los gastronómicos como si todo hubiera sido una simple descompensación, si en la morgue ya sabían lo que había pasado?

Y la conclusión no se hizo a ojo ni por suposiciones, se hicieron extracciones de humor vítreo, orina, contenido gástrico, cerebro, hígado, sangre y pulmón. Se notaron múltiples escoriaciones en un informe posterior, pero ante el escenario de una supuesta muerte natural, el fiscal Laureano Palacios ya había decidido entregar el cuerpo a la familia para su velatorio e inhumación.

Pasaron 22 horas, casi un día completo, hasta que se confirmó la muerte violenta, aunque se asegura que los médicos ya lo sabían. Ni siquiera la familia lo sabía. Ahí se habría enterado el gobernador.

Un día después se hizo otra autopsia, post denuncia pública de Barrionuevo “a los fines de determinar causales fehacientes de muerte y todo otro dato de interés que pudiera ser útil a la investigación”.

En esta nueva nueva autopsia, ya de forma oficial, establecieron como causa de muerte un “traumatismo de craneoencefálico grave con hematoma subdural”. Ese “grave” puso la hipótesis del homicidio sobre la mesa.

Se extrajeron nuevas muestras de piel de las siguientes lesiones: excoriación lumbar, equimosis codo derecho, equimosis de hipocondrio derecho, excoriación hombro derecho, excoriación rodilla derecha, excoriación codo derecho cara interna, equimosis rodilla izquierda cara interna, excoriación muñeca izquierda, equimosis párpado izquierdo, excoriación mejilla izquierda, excoriación arco supraciliar derecho.

También se extrajo parte de la región frontal del cerebro, de ambos hemisferios y piel de la región occipital de cuero cabelludo. En las conclusiones complementarias, los peritos anotaron sobre la causa de muerte: “Traumatismo craneocenfálico grave con fractura bilateral y hematoma subdural frontal bilateral”.

Y las conclusiones médico-legales que están fechadas en el 6 de diciembre, anotaron, por primera vez, la hipótesis del asesinato: “De a cuerdo a las lesiones observadas, consideramos como altamente probable que la víctima sufrió un fuerte traumatismo en la región occipital, compatible con agresión con elemento contuso sin filo, con producción de hematoma subdural frontal bilateral por caída hacia adelante e impacto frontal contra el piso”.

Y por supuesto, cuando eso se destapa la mirada se posa sobre todos los que actuaron mal previamente, incluido el fiscal Palacios, que habría reaccionado tarde y mal porque venía pasado de copas de una celebración en Ambato.

No hay que ser Sherlock Holmes para entender que si lo mataron a Rojitas y se informó de una muerte natural, alguien dio la orden de mentir.

Algunos testimonios de policías identificarían a esa persona. Pero convenientemente esa persona reseteó por completo su teléfono.

Hay mucho olor a podrido en la investigación, y todo ese olor viene de Desarrollo Social.

Parece que la moda de los comedores fantasmas que ahora sale a la luz a nivel nacional, sería la punta del ovillo para descifrar lo que pasó acá.

El catucho 

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