Coronavirus: así funciona el nuevo US Open

Nueva York todavía oscila entre el brillo de sus luces y la oscuridad por la pandemia del coronavirus. En una arriesgada apuesta del tipo “el show debe seguir”, la Gran Manzana le abrió sus brazos al tenis de elite para el US Open. El plan de contingencia fue el modo burbuja que los deportes repiten con frecuencia por estos tiempos.

Son épocas de adaptarse a la situación para poder seguir adelante. El Grand Slam que inicia este lunes, el único de los cuatro torneos grandes que nunca se suspendió, tendrá una nueva función en parte por ajustar su estructura: todos juntos en dos hoteles que tienen todo lo necesario para la estadía y sólo pueden moverse para ir al club.

La mayoría de los jugadores está en el Marriott de Long Island, mientras que otro grupo se alojó en el Garden City, a unos pocos kilómetros, en la misma zona. “Cuando hay tráfico, del hotel al club tenés casi una hora y media y se hace eterno. Y más con el tapabocas”, comentó Horacio Zeballos, número 4 del mundo en dobles.

Casi todos los protagonistas reconocieron que el funcionamiento de la burbuja es bueno y que las facilidades ayudan mucho. Sin embargo, la falta de “normalidad” es lo que saca de cuadro a todos los deportistas.

“Nuestra experiencia en este hotel es buenísima, pero no te dejan salir ni a la playa de estacionamiento. Hay seguridad que te retiene”, destacó Juan Ignacio Londero, el número 3 de Argentina. La premisa es clara: cuidados extremos, distancia social y tapabocas para evitar contagios.

Los hoteles poseen todo lo necesario para evitar que los jugadores y sus equipos se muevan de allí. Las habitaciones pueden ser para una o dos personas y varían en su tamaño. Además hay salas de juegos con flippers, juegos arcades, consolas y simuladores deportivos. Se construyeron espacios particulares para el trabajo de recuperación, masajes y kinesiología.

Tanto en el hotel como en el club hay diversos gimnasios para entrenar la parte física. En las afueras del hospedaje -al igual que en los estadios- hay un food truck diferente cada día que entrega la comida en recipientes descartables. También armaron un patio exterior con sillas y mesas -sólo dos personas por cada una- bien separadas entre sí y una pantalla gigante.

El protocolo de ingreso a la burbuja del US Open fue estricto e inflexible. Todos los protagonistas fueron hisopados al llegar y debieron esperar el resultado negativo para poder salir de sus habitaciones. A las 48 horas repitieron sus PCR, y actualmente cada tenista, coach o acompañantes, incluso miembros de WTA, ATP e ITF, son testeados cada cuatro días. Los resultados son comunicados por celular, con un mensaje que llega muy temprano a la mañana.

En el Billie Jean King National Center de Nueva York no se permite el ingreso al público. Además de los tenistas y sus equipos, sólo se observan miembros de la organización y algunos integrantes de la prensa. Los espacios para la gente se ocuparon con juegos recreativos para los participantes, áreas de descanso y gimnasios. Las canchas están libres por más tiempo y cualquier lugar es adecuado para entrenar.

Otra modificación que luce este año está relacionada con los vestuarios. La organización no permite más de 30 personas a la vez, mientras que no se otorgaron lockers para todo el evento sino que son diarios. Además, los palcos en suite a los que suelen ir los invitados quedaron reservados para los 32 preclasificados de cada cuadro: allí pueden cambiarse, recuperarse y tener sesiones de masajes, entre otras actividades.

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