A tono con la improvisación y el desorden que caracteriza a todo el fútbol argentino, se anunció en los últimos días que la Copa Argentina volverá a disputarse con Catamarca como sede.
Fue todo lo que se dijo, porque nadie sabe ni cuándo, ni quiénes ni cómo jugarán.
El estadio local sigue inutilizado, pero como ahora se juega sin público en todo el mundo, las hipermillonarias tribunas que se caen a pedacitos ya no son un impedimento para retomar la actividad.
La pregunta es ¿qué gana Catamarca organizando estos partidos o recibiendo a las delegaciones?
En realidad ya hubo varias experiencias parecidas… el Rally Nacional, el Rally Dakar, certámenes de vóley y la propia Copa Argentina. Deportes diferentes, el mismo resultado: un pésimo negocio.
Para ser sede de este torneo Catamarca tiene que desembolsar fortunas, hacerse cargo de toda clase de gastos, exponerse al ingreso del virus… y del otro lado de la balanza, nada.
Ni siquiera la posibilidad de llevar gente a las canchas, porque no se puede jugar con público. Es decir, acá en Catamarca donde la gente sólo mira fútbol de primera por televisión, se jugarán partidos a un costo altísimo para que la gente los vea… por televisión.
Eso sí, mientras se interviene en fiestas y reuniones “clandestinas”, lo seguro es que habrá cientos de curiosos agolpándose en los hoteles donde se alojen los equipos, si es que vuelven algunos de los más populares.
¿Es promoción turística? De poco sirve. Formosa también organizó mil veces la Copa Argentina, y no sumó nada de turismo. Para eso, que le paguen a la productora de Marley y que haga su programa desde acá, como lo hizo desde todas las provincias vecinas: eso sí es propaganda para mucho público.
Con las urgencias y necesidades que hay en el marco de la pandemia, ¿necesita Catamarca gastar dinero en partidos de fútbol en los que no participa ningún catamarqueño y que ni siquiera tendrán público?