Contracaras

Impacta comparar a imagen actual de Claudia Palladino con la del día de su asunción. Ha pasado apenas un año, pero tiene otra expresión, con un gesto más serio, más concentrado, pero sobre todo con evidencias de gran cansancio.

Palladino es una médica especializada en pediatría, que tiene 55 años y se recibió con Diploma de Honor de Médica en la Universidad Nacional de Buenos Aries.

Trabajó muchos años en el Hospital de Niños Eva Perón, donde desde el año 2001 estuvo a cargo de la residencia de pediatría del mismo hospital.

En el 2005 fue jefa del departamento de docencia e investigación y luego comenzó en la función pública como Directora Provincial de Maternidad e Infancia. Más tarde fue directora Provincial de Asistencia Sanitaria.

Cuando asumió como ministra de Salud, en diciembre de 2019, estaba muy contenta. Tenía proyectos, habló de luchar contra la obesidad infantil, armó su equipo, comenzó a trazar vínculos con autoridades nacionales. Estaba entusiasmada.

Pero un instante después llegó el 2020, y con él la pandemia. Se quemaron los papeles, los proyectos se tiraron por la borda y hubo que actuar en la emergencia. Sin pausa, sin respiro, sin saber lo que podía pasar.

Palladino se arremangó y trabajó. Mantuvo a la provincia tres meses sin un solo infectado, más tiempo que ningún otro distrito del país. Catamarca fue también el último lugar de la nación donde hubo que lamentar un fallecido.

Después todo se complicó, el virus llegó y se instaló. La gente se queja más de lo que ayuda. Miente en los controles, no quiere hacer cuarentena, no revela sus contactos estrechos. Casi nadie colabora.

En el camino, la propia ministra contrajo el virus. Se hizo muchísimos hisopados molestos. Y no dejó de trabajar jamás. Hay una contracara muy marcada, el día y la noche. Pero no es la de Palladino con su imagen de diciembre pasado.

La contracara es con tanto politiquero, oficialista y opositor, que vive como rey sin hacer nada más que pasear por el centro. Tanto politiquero que vive preocupado por el mensajito de Facebook o Instagram. Tanto politiquero que repite lo que escucha en la televisión porteña y anda como opinólogo sin embarrarse los zapatitos nunca. Tanto politiquero que reparte fotos de zoom intrascendentes como si estuviera decidiendo el futuro del mundo. Tanto figuretti que se desvive por aparecer sólo para ver qué engancha en las elecciones del año que viene. Tanto charlatán que sólo destruye y cobra, sin aportar ninguna solución. Tanto vividor de la política que acomoda familiares y amigos y cambia de camioneta sin el menor esfuerzo.

Los avivados de la función pública, los simuladores que pasean de bar en bar siempre apurados y celular en mano, tienen mucho que aprender sobre lo que significa ser funcionario. Palladino debería servirles de ejemplo, y deberían sacarse el sombrero al verla.

En este final de año, vaya el reconocimiento de gran parte de la sociedad, que valora y entiende lo grave y lo complejo de su labor. Y en su nombre que se extienda ese aplauso a tantos médicos, enfermeros y auxiliares que han dado todo, trabajando de verdad, sin circo para la foto, arriesgándose por los demás.

Estamos en deuda con ellos.

El Catucho.

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