En el corazón del Vaticano, bajo los frescos de Miguel Ángel, se avecina uno de los eventos más secretos y trascendentales del mundo religioso: el cónclave.
A partir del 7 de mayo, tras la muerte del papa Francisco, 133 cardenales menores de 80 años se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos.
Detrás del humo blanco que anunciará al próximo pontífice, existe un complejo entramado de normas, tradiciones y criterios que delimitan quién puede, y quién no, acceder al trono de San Pedro.
Qué condiciones debe cumplir un cardenal para ser considerado papable
Aunque el derecho canónico no establece requisitos específicos para que un cardenal sea considerado “papable”, es decir, con posibilidades reales de ser elegido Papa, existen ciertos criterios tácitos, sostenidos por la tradición y la praxis eclesiástica contemporánea, que delimitan ese perfil.
Según lo dispuesto por la legislación canónica y confirmado por múltiples fuentes como ACI Prensa, “para ser elegido Papa, se deben considerar los requisitos propios del derecho divino para ser obispo, es decir, ser varón con pleno uso de razón”.
Pero en la práctica moderna, esa amplitud teórica se ve notablemente restringida por la tradición consolidada de elegir a uno de los cardenales presentes en el cónclave.
Experiencia, edad y proyección eclesial
Los cardenales considerados papables suelen compartir una serie de atributos comunes:
- Amplia trayectoria dentro de la Iglesia: se valora especialmente haber ocupado cargos relevantes como obispos en grandes diócesis o prefectos de dicasterios vaticanos.
- Edad entre 60 y 70 años: si bien no hay un límite legal inferior ni superior, se considera que esa franja permite garantizar un pontificado activo de entre 10 y 12 años. Candidatos demasiado jóvenes podrían influir en la Iglesia durante décadas, mientras que los de edad muy avanzada tendrían escasa proyección temporal.
- Capacidad de liderazgo y unidad doctrinal: los cardenales electores valoran la habilidad del candidato para gobernar la Iglesia, comunicar eficazmente y mantener el equilibrio entre sectores doctrinales diversos.
Aunque no hay reglas escritas para este perfil, el historial demuestra que los papables surgen casi exclusivamente del Colegio Cardenalicio.
Desde el siglo XV, todos los papas han sido cardenales antes de su elección.