Varios Concejos Deliberantes de Catamarca vienen causando vergüenza ajena, con desempeños tan ordinarios que dan ganas de reclamar que devuelvan sus dietas y vayan a trabajar de otra cosa.
El año 2020, tan difícil para el país y el mundo, fue para decenas de estos personajes un año desperdiciado, tirado a la basura, dedicado a peleas de feria, siempre con el proyectito personal y la pelea partidaria entre ceja y ceja, y siempre a espaldas de la gente, cada vez más lejos de la tarea para la que fueron elegidos.
Pueblos necesitados, vecinos llenos de problemas, algunos enfrentando tremendos dramas por problemas de salud, por falta de trabajo, por deudas, y estos politiqueros que embolsan fortunas obsesionados con sus batallitas de cartón pintado, ensuciando el nombre de instituciones con agarradas de los pelos semana tras semanas, gastando horas de declaraciones públicas hablando mal de los otros y sin que se les caiga media idea para hacer algo útil por la comunidad.
Todo judicializan, todo discuten, todo reclaman, todo miden según sus intereses, y nunca trabajan de verdad, nunca se arremangan para ver qué se necesita.
Y no somos cándidos que desconocen el tema político: está bien la competencia partidaria, pero laburen un poco, pónganse media pila, cobran mes a mes lo mismo que diez trabajadores con sueldos básicos, tiene mil privilegios, hagan algo que justifique su existencia.
Miren Valle Viejo, una payasada tras otras, un año entero peleándose para ver si el presidente tiene que ser tuyo o mío. Que sesiono, que no sesiono, que la Carta Orgánica, que la Corte de Justicia, que la alianza… ¡perdieron todo el año y ahora empezaron igual! ¿No se dan cuenta de que son patéticos con esas bravuconadas permanentes ida y vuelta con la intendenta? ¿Nadie les dice que hacen papelón tras papelón?
Miren Fray Mamerto Esquiú, ellos mismos diciendo que el Concejo es un conventillo. Todos denunciándose, negándose a sesionar, falsificando firmas, que no voy porque ya terminó el período de sesiones, que vení porque te mando a buscar con la policía. Un escándalo seguido de otro escándalo.
Miren Icaño. Que el presidente es un violento, que hay que denunciarlo, qué denunciás vos que tampoco sos un santo, ahora te denuncio yo, que estás expulsado, que la Justicia dice que vuelva, que el suplente no se quiere ir.
Miren Fiambalá. Que era tu vicepresidenta pero me vendo con el otro partido y me quedo con la presidencia yo y si me votaron los opositores qué me importa, ahora me va mejor de este lado. Que te rompo el bloque, que me cambio de bando porque me conviene.
Miren Tinogasta, Pomán, Aconquija y El Alto. Que gané yo, que ganaste vos, que perdí pero soy la minoría, que la Justicia dice que tengo que asumir, que yo de acá no me voy y andá a cantarle a Gardel, que no te dejo asumir, que la dieta que cobrás vos tiene que ser para mí.
Miren Santa María. Concejales maltratando a concejalas, violencia de género, atropellos, quejas, acusaciones, faltas de respeto.
Miren Belén. Denuncias y contradenuncias, que me retenés el sueldo, que lo nombramos entre los dos y nos repartimos el sueldo, que tu empleado es ñoqui y me quedo todo para mí, que me estás amenazando, que tu marido me amenaza a mí.
Y los casos siguen y siguen. ¿Cuántos millones gasta el Estado en mantener a esta gente? ¿Cuánta gente podría vivir mejor con ese dinero, cuántos hospitales y escuelas podrían hacerse con las fortunas que s reparten ediles que sólo visitan a la gente en campaña y completan sus mandatos sin aportar una solución real para nadie?
Dan vergüenza.