Coherencia y sensibilidad, por favor

A menos dos años y medio del fallido intento de 2018, el Congreso de la Nación comenzó un nuevo debate por la legalización del aborto. Aunque muy poco haya cambiado en el escenario social y político de la Argentina, el Gobierno nacional decidió insistir con la iniciativa que ya había sido rechazada durante el gobierno de Mauricio Macri.

Tan poco cambió todo, que de los ocho legisladores catamarqueños (entre diputados y senadores) cinco volverán a participar del debate legislativo. Con su postura en la anterior votación como condicionante y parámetro para medir su coherencia.

Como en el Congreso, donde el proyecto de legalización del aborto que propuso el gobierno de Alberto Fernández genera una grieta, en la opinión pública tambien se produce una fuerte división en torno a la iniciativa. Aunque, a medida que se fue retomando el debate, se registró un marcado crecimiento en el rechazo social a la iniciativa.

Según una encuesta de Opinaia, la interrupción voluntaria del embarazo genera un rechazo del 49%, mientras que solo está a favor el 35%. El 16% no tiene una posición tomada. El número de los que están en contra creció cinco puntos porcentuales desde febrero (44%) y 17 puntos si se compara con el rechazo que generaba la legalización en marzo de 2018, poco antes de que el gobierno de Mauricio Macri habilitara la discusión. En julio, cuando se votó en el Congreso, el rechazo era del 44%.

En el mismo sentido, quienes están a favor de permitir que las personas gestantes interrumpan su embarazo también son menos. El porcentaje cayó del 42% en 2018 al 35% en febrero de este año, número que se mantiene hasta ahora.

En el ámbito político legislativo, arena de la lucha ideológica, más de la mitad de los representantes actuales de Catamarca en el Congreso ya participaron del debate de 2018, siendo en aquella oportunidad contundente el rechazo a la legalización del aborto, por seis votos en contra y solo dos votos a favor. 

En Diputados, Gustavo Saadi y Silvana Ginocchio del bloque Elijo Catamarca, Eduardo Brizuela del Moral del FCS- Cambiemos y Orieta Vera, perteneciente a la Coalición Cívica votaron en contra del proyecto. Solo Verónica Mercado del FPV-PJ votó a favor. Mientras que en la cámara alta, los senadores Inés Blas y Dalmacio Mera del FPV-PJ votaron en contra, y Oscar Castillo del FCyS, apoyó la iniciativa.

De esos ocho legisladores, cinco volverán a participar en el debate y deberán nuevamente tomar posición mediante su voto: los diputados Brizuela del Moral y Ginocchio, y los senadores Blas, Mera y Castillo. Todos ellos, con el antecedente de su voto en contra en el debate de 2018. Por su parte, los diputados Lucia Corpacci, Dante López Rodríguez y Rubén Manzi están en su primer año como legisladores y participarán por primera vez en el debate.

En un escenario político y social sin cambios significativos y ante un proyecto prácticamente calcado, se entiende que las posturas de aquellos legisladores que ya participaron en el anterior debate no deberían modificarse. Por su parte, en el caso de los diputados que votarán por primera vez, hay elementos para proyectar al menos dos, sino tres, votos en contra del proyecto.

El diputado Ruben Manzi, claramente alineado a la postura de la Iglesia Católica, es un voto negativo casi seguro. El diputado Armando López Rodríguez, que ocupa su banca como reemplazante de Gustavo Saadi, podría dar continuidad a la postura del bloque y votar también en contra, como lo hizo en 2018 el ahora intendente. Por su parte, la diputada Lucia Corpacci, aunque no participó formalmente en el debate legislativo anterior, siendo gobernadora en ese entonces sentó una postura ambigua, más alineada al rechazo que a favor de la IVE. Posición que ahora se podría trasladar a su voto.

Más allá del esfuerzo de los sectores pro aborto de magnificar la problemática, inflando las estadísticas y presentando escenarios apocalípticos de muertes en prácticas abortivas, las cifras oficiales muestran que el aborto no es una causa de incidencia significativa en las muertes maternas.

Según un informe elaborado por Médicos x la vida – Catamarca y basado en los últimos datos disponibles de la Dirección de Estadísticas e Información del Ministerio de Salud de la Nación, en 2018 hubo en la Argentina 257 muertes maternas. La mayoría (157) fueron por causas obstétricas directas, es decir por hemorragias, HTA, sepsis puerperal y otras. Las causas obstétricas indirectas (enfermedades crónicas o sistémicas que complican el embarazo, parto o puerperio) causaron 65 muertes. Mientras que los embarazos terminados en aborto (que incluye abortos espontáneos y otras patologías como molas, embarazos ectópicos) fueron la causa de 35 muertes maternas . De ellos, sólo 3 se concretaron en establecimientos no oficiales y/o domicilios particulares.

Aun así, el presidente Alberto Fernández insiste en plantear las muertes por abortos como un asunto urgente en la agenda de salud pública. Quizás sea por ceder a la tentación de complacer a minorías ruidosas. O por la utilidad de la demagogia en causas planteadas como populares y progresistas para buscar mejorar su imagen, machacada por otros yerros de gestión. 

Para el Gobierno, el proyecto del aborto legal se transformó en una especie de placebo con el que acallar a sectores que suelen forzar el termémetro social y crear escenarios de malestar y virulencia, que el Presidente prefiere evitar. De ahí la insistencia y presión hacia los gobernadores y sus legisladores nacionales para que ordenen la tropa y garanticen su voto favorable. A cambio de premio o a costa de castigos, si fuera necesario. Cuestiones oportunistas que se esperaría que en un debate de la trascendencia y seriedad como el del aborto, quedaran al margen.

Es válido hacerles el mismo reclamo a los legisladores por Catamarca y exigirles seriedad, coherencia y honestidad intelectual en sus posiciones durante el debate y la votación. En un escenario de urgencias y fuertes presiones políticas, sería penoso, sugestivo y preocupante encontrar cambios sorpresivos. El servilismo político, las prebendas o el oportunismo de depositar votos como depósitos a plazo fijo para conseguir intereses futuros, deberían quedar desterrados más que nunca. Después de todo, debatirán y votarán a favor o en contra de la vida.

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