Circular y vicioso

El nepotismo es, según define la RAE, la “desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. En el ámbito del Estado, los funcionarios públicos demuestran esta predilección dando “empleos a familiares o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza”. Ya se habló infinidad de veces sobre esta práctica en Catamarca, que históricamente inunda todos los estamentos del Estado. 

En ese sentido, no hay demasiado que agregar, más que nuevos ejemplos de cómo el nepotismo regentea las designaciones de funcionarios, la cobertura de cargos y el nombramiento de empleados en todos los poderes y todos los niveles del Estado.

La semana pasada, en otro de esos cambios continuos que caracterizan a la gestión del gobernador Jalil, se puso en funciones al nuevo asesor General de Gobierno, en reemplazo de la hasta ese momento titular de la Asesoría, Fernanda Rosales, quien dejaba el cargo para, obviamente, asumir en otro.

El elegido fue el abogado Fernando Ávila, hermano de la Ministra de Minería de la Provincia, Fernanda Ávila. Quien, además, antes de asumir en el ministerio que actualmente conduce, ocupó ese mismo cargo que ahora ostenta su consanguíneo. Así es como funciona el enchufismo.

Es verdad que cualquier ciudadano tiene el derecho de acceder a un cargo público, si cumple con los requisitos para esa función. Y que ser pariente de otro funcionarios no debería vedarle esa aspiración. Pero de ahí, a que todos las nuevas designaciones sean a parientes o amigos de otros funcionarios, hay una gran distancia.

Por ejemplo, en el caso del nuevo Asesor General de Gobierno, según trascendidos (y sus redes sociales así lo confirman), ni siquiera vivía en Catamarca. Y fue repatriado para asumir en su nuevo cargo. El que tiempo antes ocupó su hermana, ahora ministra. 

Resulta llamativo, y chocante, la facilidad que tiene ese grupo circundante al poder para acceder a puestos y cargos. Aún en los casos en los que la elección y designación está supeditada a concursos. Como la del joven fiscal penal, al que nadie le encuentra otro mérito o distinción para ocupar ese cargo que el de ser hijo de un eterno funcionario peronista. O la del ex diputado provincial que asumió como Ministro en el lugar que dejó libre su padre al renunciar.  

Ante esa práctica reiterativa, es inevitable cuestionar al designado, indagar sobre sus pergaminos y revisar sus aptitudes. Las preguntas surgen solas; ¿son realmente los más preparados para ese cargo?, ¿tienen mérito para la designación?, ¿no había nadie más cualificado?. Y en este caso puntual, ¿no había en Catamarca un abogado o abogada preparado para ese cargo?

Los ejemplos son muchísimo y no dejan de acumularse. La ahora ex asesora, Fernanda Rosales, dejó su cargo porque ya tiene acordada su designación como ministra en la Corte de Justicia de la Provincia. Tribunal en el que hace meses asumió Hernan Martel, ex ministro de la Provincia, ex concejal y ex funcionario del Municipio de la Capital, pero cuestionado por su escaso (o nulo) recorrido en Tribunales. Y la ministra Fabiana Gómez, a quien no se le encuentra mucho más mérito que ser esposa de un intendente y dirigente político. 

En el caso de la futura ministra de la Corte, es portadora de uno de eso apellidos que en Catamarca allanan el camino para acceder a funciones públicas. Hay varios, y se repiten en un sinnúmero de cargos. Elocuente ejemplo de cómo funciona la lógica del favoritismo por parentesco o amistad. Un mecanismo que va ocupando todos los espacios con sus círculos cercanos, formando un núcleo que concentra el poder y ejerce las selecciones con el mismo principio.

Luego, a los privilegios le siguen más oportunidades, a las que le siguen otras oportunidades y más privilegios, amalgamando una casta que ejerce el poder en el que acaparan todos los espacios con familiares y amigos. El nepotismo es circular y vicioso, no se autolimita. Los ejemplos seguirán abundando. 

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