El 7 de septiembre de 2024, Catamarca vivió un emotivo evento con la culminación de la Fiesta de la Protección de la Virgen del Valle, en el marco del 20° aniversario del terremoto del 7 de septiembre de 2004, y el tercer aniversario de la beatificación de Fray Mamerto Esquiú. El lema de este año, “Íntimamente unidos en oración para dar gracias a Dios,” resonó en el Año de la Oración convocado por el Papa Francisco.
Las festividades comenzaron temprano en la mañana con peregrinaciones de las comunidades parroquiales, sumándose también los participantes del Primer Encuentro de Capellanías Policiales del NOA y Córdoba, quienes llegaron al Santuario y Catedral Basílica desde el Paseo General Navarro y La Alameda.
A las 8:30, la venerada imagen de la Virgen del Valle fue llevada en brazos por el Obispo diocesano, acompañada por la imagen del Beato Mamerto Esquiú, hasta el Paseo de la Fe, donde fue recibida con gran fervor por los devotos.
Durante la ceremonia, se rezaron los misterios del Santo Rosario y, a las 8:53, hora del terremoto, las campanas repicaron en conmemoración, siguiendo la tradición del triduo.
La Santa Misa, presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el vicario general, padre Julio Murúa, junto a los rectores de los santuarios Catedral y de la Gruta, padres Gustavo Flores y Santiago Granillo, y numerosos sacerdotes, reunió a autoridades legislativas, fuerzas de seguridad provincial y nacional, abanderados de instituciones educativas, peregrinos y fieles devotos. Muchos también siguieron la celebración a través de las redes sociales.
En su homilía, Mons. Urbanč agradeció la protección divina recibida a través de María y reflexionó sobre la importancia del compartir frente a la competencia humana. Afirmó que “competir por ver quién es el más fuerte siempre ha sido una marca de la especie humana, en lugar de compartir,” y destacó que la Madre nos enseña a compartir, en contraste con las críticas y la persecución.
También abordó el temor al “qué dirán” y cómo este puede afectar la dignidad personal, resaltando que, a pesar de vivir en una civilización supuestamente cristiana, la persecución sigue presente. Enfatizó la necesidad de mantenerse firme en la fe, incluso ante los desafíos culturales, y la importancia de la libertad que ofrece la soberanía de Cristo.
Mons. Urbanč también reflexionó sobre la importancia del Domingo como día de encuentro con Dios y la celebración eucarística, instando a los fieles a no desalentarse y a hacer del Domingo el centro de su vida cristiana.
Al final de la Misa, las comunidades y movimientos eclesiales realizaron una procesión alrededor de la plaza 25 de Mayo, portando las imágenes de la Virgen del Valle y del Beato Mamerto Esquiú. Las campanas anunciaron el arribo de las imágenes al Paseo de la Fe, donde se entonaron el Himno Nacional Argentino y el Himno a Catamarca, interpretados por la Banda de Música de la Policía de la Provincia.
La celebración concluyó con la bendición impartida por el Obispo y el regreso de la Santísima Madre Protectora al Camarín, donde continúa recibiendo el amor de sus hijos durante todo el año.