El asesinato del joven Lucas González empezó la mañana del 17 de noviembre con la acción concreta y efectiva de los tres agentes de la Brigada que participaron del ataque con disparos al auto donde viajaban los chicos futbolistas. Pero el fiscal Leonel Gómez Barbella, investigador del caso, está convencido de que el crimen no terminó en el momento en que los agentes balearon el Volkswagen Suran sino que estuvo sostenido por una estructura piramidal que involucra a 17 policías de las comisarías vecinales 4A y 4D y de la División Sumarios y Brigada.
La confabulación consistió en hacerles creer a los integrantes de la Policía Federal que debían labrar las actas del hecho que éste había sido un “enfrentamiento” y que los chicos estaban armados. Para eso, mantuvieron esposados durante varias horas a los jóvenes sobrevivientes amigos de Lucas, plantaron un arma de juguete detrás del asiento donde viajaba el futbolista asesinado, y demoraron varias horas en avisar a la Justicia del hecho, presumiblemente para diseñar una historia “creíble”.
Eso incluyó torturas físicas y psicológicas no sólo a González, que agonizaba en la parte delantera del auto con un tiro en la cabeza sino para sus amigos Julián Alejandro Salas, Niven Huanca Garnica y Joaquín Zuñiga Gómez, a quienes trataron de “villeros” y “faloperos”.
Después de la reconstrucción de los hechos, llevada a cabo el martes pasado, Gómez Barbella pidió al juez Martín Del Viso la ampliación de la indagatoria de los policías Fabián Alberto Du Santos, Juan Romero, Roberto Inca, Héctor Cuevas, Lorena Miño y Micaela Fariña, ya detenidos por ser los sospechosos de haber adulterado la escena del crimen y “plantado” el arma de plástico. El magistrado concedió el pedido y las declaraciones se tomarán este lunes por la mañana de manera virtual.
Las nuevas pruebas conseguidas por los investigadores dan cuenta del infierno físico y psicológico al que los agentes de la Policía de la Ciudad sometieron a las víctimas. Gómez Barbella además pidió la detención de otros ocho uniformados, presuntamente involucrados en la planificación del encubrimiento y la privación ilegal de la libertad contra los niños: dos comisarios, un subcomisario, dos principales y tres oficiales; siete hombres y una mujer.
Sobre ellos pesa la sospecha de haber hecho insertar datos falsos en las actuaciones labradas por personal de la División Intervenciones Judiciales la Policía Federal Argentina y en la nota inicial confeccionada el 18 de noviembre por el Juzgado Nacional de Menores N° 4.
Para el fiscal, hasta ahora se cree que fueron 14 los policías que alteraron los rastros y pruebas del delito que cometieron José Nievas, Fabián López y Gabriel Issasi en la Avenida Iriarte a metros de Vélez Sarsfield. Según Gómez Barbella, los agentes se repartieron las tareas para llegar rápidamente a la escena del crimen y a la esquina de Alvarado y Pedriel, donde finalmente frenó el Suran, para fraguar las pruebas con el fin de aparentar que había ocurrido el “enfrentamiento”.
Entre los nuevos involucrados aparece un agente al que los jóvenes sobrevivientes describieron por sus tatuajes y que, según coincidieron en las declaraciones, fue quien los hostigó cuando ya habían sido retenidos por las agentes Miño y Fariña: “A estos villeritos hay que darles un tiro en la cabeza a cada uno”. Y una de las mujeres inquirió a uno de los amigos de Lucas: “¿Dónde tenés la falopa, dónde está el arma con la que mataste a tu amigo?”.
Los tormentos físicos y psicológicos ocurrieron, según la investigación, mientras los mantuvieron durante más de dos horas esposados contra el piso boca abajo y luego sentados. El fiscal comprobó que durante ese lapso no hubo intervención judicial alguna. Y que a los chicos les sacaron las esposas recién cuando llegó el padre de uno de ellos y les remarcó que no podían tener así a menores de edad.
Recién entonces los subieron a un patrullero durante los retuvieron por más de siete horas, entre las 12.30 y las 19.40, lo que fue “denigrante e inhumano” y denotó un “significativo odio racial”. En ese lapso, según coincidieron los sobrevivientes, no les dieron de comer ni de beber.
“Los policías aquí acusados fueron quienes participaron en este procedimiento fraguado donde se continuó con la línea falaz instalada por Issasi, Nieva y López aparentando como un ‘tiroteo’ entre los niños y los policías y para reforzar ese escenario armado, les plantaron el arma de cotillón dentro del rodado en el que iban Lucas, Julián, Joaquín y Niven”, indicó en su dictamen el fiscal Gómez Barbella.