Lucía Corpacci, tras repartir bancas a su círculo más cercano, incluyendo a su fotógrafo personal Germán Scolamieri y su exsecretaria privada Mariángeles Herr, quienes se convertirán en legisladores en la Cámara de Diputados, donde ahora están otro exsecretario suyo, Armando López Rodríguez, su hermano Hugo Corpacci, Josefina Herr, prima de Mariángeles y la lista es interminable, ya también se ocupó de acomodar a su expareja Ángel Mercado, como ministro, en YMAD, a su hijastro Francisco Mercado como secretario de Gabinete y director del Banco Nación, y en otros cargos a los hijos de Hugo Corpacci y toda la parentela. Digamos etc., etc., porque nombrarlos a todos los que cobran del Estado va a ser como una guía telefónica.
Claro, como para inventar excusas son rápidos, van a decir que a los legisladores no los puso Lucía sino que los votaron, un circo, porque van todos en listas sábanas y en el reparto de candidaturas ella se ocupa de ubicarlos en lugares donde entren seguro.
Pero no contenta con regalarles sueldos y plantas a todos, ahora también les da premios. Por ejemplo a Paola Fedeli, pareja del otro hijastro de Corpacci, quien desde hace rato tiene no sólo una banca sino la presidencia de la Cámara de Diputados.
Y ahora, le consiguieron en el Senado de la Nación el premio “Evita compañera”, largamente merecido “por su compromiso social, político y humano en la construcción de una Argentina más justa e igualitaria”.
¿De qué compromiso social hablan? ¿De cobrar millones por mes? ¿De ser una familia con presupuesto estatal propio para mantenerse y vivir como reyes? ¿Qué es lo justo o igualitario si se garantizan sueldos de arriba para todo el familión? ¿Viven del Estado, suman ñoquis y más ñoquis y eso es el ejemplo “igualitario”?
Parece que cuando el amiguismo y el nepotismo se lleva en el ADN, no hay manera de extirparlo. ¡Salud por la casta!





