Desde campañas promovidas por algunas instituciones públicas hasta mensajes informales que sugieren un consumo “responsable” de cannabis, se ha fomentado la noción de que esta droga es inofensiva, incluso saludable. Sin embargo, científicos como el doctor Diego Sarasola y la neurocientífica Daniela Navarro subrayan los riesgos neurológicos vinculados al consumo de cannabis, especialmente en edades tempranas y durante el embarazo.
El consumo de cannabis, particularmente de variedades con alto contenido de tetrahidrocannabinol (THC), ha sido identificado como un factor de riesgo para trastornos psicóticos, incluido el inicio temprano de esquizofrenia. Los expertos coinciden en que el THC altera el desarrollo cerebral, incrementando la vulnerabilidad a enfermedades mentales, especialmente en personas con predisposición genética.
En mujeres embarazadas, el consumo de cannabis, tanto en forma recreativa como terapéutica, puede generar efectos adversos en el neurodesarrollo del feto, incluidos trastornos cognitivos y de comportamiento. Estudios realizados por Navarro, como su investigación sobre el dronabinol, un compuesto con THC, han demostrado que dosis altas pueden generar problemas serios en la descendencia, sugiriendo la urgencia de prevenir el consumo durante el embarazo y la lactancia.
A pesar de la creciente evidencia científica, en Argentina y otros lugares persisten políticas que minimizan los riesgos del cannabis, lo que agrava la trivialización de su uso, especialmente entre adolescentes. Los expertos advierten que la falta de campañas de prevención adecuadas, tanto en el ámbito educativo como público, está contribuyendo a un aumento preocupante en el consumo de cannabis y sus consecuencias.