Pasan los días, las semanas y los meses, y la joda de las financieras, con Edgar Adhemar Bacchiani a la cabeza, se ve cada vez más oscura.
Un día denuncian al juez federal porque parece que ayuda al reo, otro día denuncian al Registro de la Propiedad porque parece que ayuda al reo… osea, ya no hablamos de presuntos delincuentes, hablamos de instituciones públicas de primerísimo nivel.
Cómo será de complicada la cosa que hasta el caso por coimas de Morales y Da Prá pasó desapercibido, porque es un cuento de Disney al lado de lo que se está viviendo.
Cada olla que se destapa está más podrida que la anterior, y nadie aclara nada.
Lo sabíamos desde el principio: a nadie le conviene que se aclare lo de las estafas piramidales, porque están prendidos peces muy gordos. Y los que no participaron tienen parientes que participaron: del gobernador Raúl Jalil para abajo, parece que todos los apellidos están ahora relacionados con Bacchiani, Bulacios, Olmi y elenco de figuras estelares.
Si alguien mostrara el árbol genealógico de este caso nos caemos todos de espaldas: Investigadores e investigados son todos parientes, amigos, socios… esto es un escándalo nunca antes visto. Está preso un proveedor del Estado, compadre del gobernador, que pagaba impuestos. Y sus socios o empleados son parientes de medio poder judicial, de los organismos de control, de integrantes de la justicia federal.
¿Quién va a hacer un gol si juegan todos para el mismo equipo?
Y la gente está que arde. Sale a la calle, protesta, reclama. Quieren su plata. Y son unos pocos los que denuncian, porque la mayoría no puede decir de dónde sacó la plata.
Y ahora se asegura que en el Registro de la Propiedad algunas manos traviesas empezaron a toquetear archivos para que propiedades de Bacchiani desaparezcan o aparezcan como si nada a nombre de otro. Si esto es cierto, quedan pocas salidas. Si documentos públicos como escrituras y fallos judiciales se arman y desarman como se le da la gana a un empleado interesado o coimeado, estamos en el horno con papas.
Acá no se ve ninguna luz al final del túnel. Y estamos en un año prácticamente electoral, con un jefe de Estado que pasea más que Marley… va de China a Rusia, de Bermudas a Medio Oriente, como si Catamarca se pudiera manejar por teléfono, control remoto o dejando todo a cargo de amigos. Bueno, eso se hace… y así nos va.
Macondo es un liceo de señoritas al lado de esta provincia, donde todos sospechan de todos, donde los más poderosos esconden, se acusan, se señalan. Donde tenemos el mayor porcentaje del mundo de millonarios que nunca trabajaron.
Esto no da para más. Capaz que Bacchiani y sus colegas sean delincuentes, vaya a saber.
Pero a esta altura, parece esos anteojos de las películas que permiten ver a la gente desnuda.
Con el caso Bacchiani, estamos viendo la realidad en la que vivimos: económica, política, judicial, y todo es muy feo y huele mal. Muy mal. Cada vez más hediondo.